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El 27 de mayo de 1989, hace 36 años, Chaco For Ever escribía la página más gloriosa de su historia y, con ella, del fútbol de toda la provincia. Fue en el mítico estadio de la avenida 9 de Julio, donde 25.000 almas vibraron con la intensidad de un partido que no solo definía un resultado, sino que consolidaba la identidad y la esperanza de un pueblo.
For Ever se coronó campeón del ex Nacional B al vencer a Lanús por 1-0 con un penal convertido por Felipe Di Marco a los 10 minutos del segundo tiempo. Fue la culminación de un torneo largo, duro, repleto de obstáculos, donde el «Negro» tuvo que remar desde atrás para llegar a la última fecha con la posibilidad del título. Y lo logró, nada menos que ante un rival directo, en un duelo de dientes apretados que se resolvió con temple y corazón.
La foto de esa tarde es inolvidable: la vuelta olímpica de un equipo que había comenzado su participación en la segunda categoría apenas tres años antes, con la reestructuración impulsada por Julio Grondona. El penal de Di Marco, el travesaño que ahogó el empate de Lanús, el pitazo final de Loustau y la invasión de hinchas que pintaron de blanco y negro la fría tarde chaqueña.
Ese día For Ever no solo consiguió un ascenso. Consiguió meterse para siempre en la memoria colectiva del fútbol argentino. Fue la confirmación de que el esfuerzo y la pasión pueden más que las dificultades, de que el fútbol del interior puede pelear de igual a igual con los grandes, y de que los sueños no tienen techo.
Hoy, más de tres décadas después, la gesta de 1989 sigue viva. Porque el fútbol es presente y futuro, pero también memoria. Y For Ever —único equipo chaqueño que logró codearse con los gigantes en la Primera “A” en ese formato largo de 42 fechas— es el símbolo de esa memoria. Aquel triunfo no fue solo de 11 jugadores, ni siquiera de un club: fue el triunfo de todo un pueblo que sintió que, por un momento, el corazón de la República Argentina latía en blanco y negro.