6 en 6: el número que Boca no puede ignorar

Seis técnicos en seis años marcan una constante que expone el desgobierno futbolístico de Boca: promesas de proyecto, pero decisiones al filo y sin rumbo claro.

Desde que Juan Román Riquelme asumió el control del fútbol en Boca a fines de 2019, el club ha tenido seis entrenadores en seis años. No hay magia en ese número, pero sí un patrón que preocupa. El famoso “proyecto” prometido desde la llegada del Consejo de Fútbol se fue desdibujando entre decisiones impulsivas, internas calientes y salidas desprolijas.

El último en caer fue Fernando Gago, despedido tras perder el Superclásico en La Bombonera. Con su salida, el 6 quedó sellado. Y ya no se puede mirar para otro lado.

Encima el próximo técnico será el número 7 de esta gestión. Esa cifra, 7, que tanto resonó entre hinchas y hasta jugadores durante todo el 2023, año que terminó con la conquista frustrada de la séptima Copa Libertadores, que continúa haciéndose esperar.

Los seis en seis de Boca

Miguel Ángel Russo (2020–2021): arrancó con títulos (Superliga 19/20 y Copa Maradona), pero fue removido tras una mala racha y diferencias internas. Su salida marcó el inicio del ciclo de despidos exprés.

Sebastián Battaglia (2021–2022): campeón como jugador y luego como DT (Copa Argentina y Copa de la Liga). Sin embargo, fue echado en una estación de servicio, una postal que resumió cómo se maneja la dirigencia con sus técnicos: sin tacto ni respeto por la historia personal.

Hugo Ibarra (2022–2023): otro ídolo promovido desde la Reserva. Ganó la Liga Profesional y la Supercopa. Fue reemplazado sin explicaciones de fondo, más allá de una supuesta cuestión de salud.

Jorge Almirón (2023): llegó como uno de “afuera del club”, sin pasado xeneize. Llevó al equipo a la final de la Copa Libertadores, donde perdió. Renunció al tiempo, el desgaste era evidente.

Diego Martínez (2024): elegido por Riquelme ya como presidente. No logró el funcionamiento esperado ni resultados. Duró apenas unos meses.

Fernando Gago (2024–2025): su llegada parecía mostrar una apertura hacia otros perfiles. Pero la derrota ante River fue suficiente para perder el respaldo. El sexto en seis años.

Un patrón que desgasta

Los números no mienten: Boca no sostiene procesos técnicos. Incluso los campeones o los finalistas de Libertadores. Lo que se presenta como “exigencia” muchas veces encubre desorganización y urgencias mal gestionadas. No es casual que varios técnicos —Russo, Battaglia, Ibarra— hayan salido molestos o en silencio. En Boca, la lealtad dura lo que tarda en llegar un mal resultado. Y eso impide construir algo firme.

Otros modelos, otra lógica

Mientras Boca acumula entrenadores, River apostó por Gallardo durante ocho años seguidos y ahora vuelve a confiar en él para iniciar una nueva etapa. En Racing, Gustavo Costas atraviesa un ciclo exitoso, pero además es sostenido incluso con ciertos desacuerdos con la dirigencia, algo impensado en el clima político de Boca. Y Eduardo Domínguez en Estudiantes es otro caso ejemplar: respaldo a largo plazo, coherencia táctica y resultados concretos. Boca, en cambio, reinicia su GPS cada seis meses.

Una señal que no se puede ignorar

El «666» no remite en este caso a nada místico. Pero sí señala una verdad incómoda: seis técnicos en seis años es el síntoma de un modelo que no funciona. Boca necesita más que mística y escudos. Necesita conducción real, planificación y respeto por quienes intentan hacer su trabajo. Porque si cada técnico llega sabiendo que lo van a echar en cualquier momento —y quizás hasta en una estación de servicio—, es imposible hablar de proyecto.