A 36 años de la tragedia de Bella Vista: el día que el chamamé perdió a seis de sus grandes referentes

El 8 de septiembre de 1989 quedó grabado para siempre en la memoria cultural del Nordeste argentino. Ese día, un colectivo que transportaba a un grupo de músicos correntinos perdió el control y cayó a las aguas del río Paraná, en la localidad de Bella Vista. La tragedia se cobró la vida de seis referentes del chamamé, dejando una herida profunda en la historia del género y en el corazón de miles de seguidores.

Entre las víctimas fatales se encontraban nombres que ya eran emblemas de la música litoraleña: Zitto Segovia, Johnny Behr, Daniel “Yacaré” Aguirre, Miguel Ángel “Michel”, Joaquín “Gringo” y “Chango” Paniagua. Su partida truncó un proyecto cultural que soñaba con llevar el chamamé más allá de las fronteras argentinas.

Un sueño internacional que quedó inconcluso

La delegación, conocida como “la de Niza”, había surgido con la intención de presentarse en un festival folclórico en Francia. Aunque la oportunidad en Europa se frustró, los músicos decidieron organizar una serie de funciones locales que rápidamente conquistaron al público en Corrientes, Resistencia y Bella Vista.

La última presentación estaba prevista para septiembre de 1989. Sin embargo, en la víspera de aquel concierto, el colectivo que trasladaba a los artistas hacia un ensayo desbarrancó tras una brusca maniobra en una calle en bajada, rompió la baranda de la costanera y terminó en las aguas del Paraná. La tragedia fue inmediata y conmocionó no solo al litoral, sino a todo el país.

Recuerdo y legado

Treinta y seis años después, la memoria colectiva sigue encendiendo la llama del recuerdo. Cada aniversario convoca a familiares, colegas y seguidores a rendir homenaje a los músicos que perdieron la vida en ese fatídico viaje.

Más allá de la tragedia, el legado artístico de aquellos chamameceros sigue vigente. Su música continúa sonando y sus nombres forman parte de la identidad cultural del Nordeste, como símbolo de un género que buscaba proyectarse al mundo y que encontró en Bella Vista una de sus páginas más dolorosas.

Hoy, al cumplirse 36 años, el homenaje no solo recuerda la pérdida, sino que también reafirma el compromiso de mantener viva la esencia del chamamé y el sueño de aquellos artistas que imaginaron llevarlo a nuevos horizontes.