Francisco Lamolina, el juez de aquel partido inolvidable ante Colón, revivió la pelea del astro con Toresani, habló de su influencia y relató el detrás de escena de una jornada que quedó grabada en la historia del fútbol argentino.
Si la Bombonera late, aquella tarde directamente tembló como pocas veces. El 7 de octubre de 1995 Diego Maradona volvía a ponerse la camiseta de Boca después de 13 años y de una sanción que lo había alejado del fútbol por 15 meses. El rival era Colón de Santa Fe, pero el verdadero espectáculo estaba en el regreso del Diez.
Las tribunas estaban repletas. El público agotó las entradas y la recaudación superó los 590 mil dólares, una cifra récord para la época. En el palco, Dalma y Gianinna, las hijas de Diego, lo recibieron con un cartel que decía: “Gracias, papá”. La emoción flotaba en el aire.
Pero el partido, lejos de ser una fiesta homenaje, se transformó en una batalla con un inesperado villano: Julio César Toresani. El “Huevo” fue el encargado de marcar a Maradona y no tuvo reparos en poner pierna fuerte. El clima se puso tenso desde el arranque.
El partido que se jugó como una final
“Fue una revolución periodística, un boom. Yo ya tenía experiencia, pero nunca vi algo así”, le contó Francisco Lamolina a TN, el árbitro que tuvo la responsabilidad de impartir justicia en esa jornada. “Colón no quería ser un invitado especial. Fue un partido muy picante, lo jugaron como si fuera el último del campeonato”.

El primer tiempo fue áspero, con poco fútbol y mucho roce. Boca dependía de Diego, pero Colón cortaba todos los circuitos. “La sensación era que las jugadas no valían si la pelota no pasaba por los pies de Maradona”, recuerda Lamolina.
A los 38 minutos, llegó el momento de quiebre. Una falta durísima de Claudio Caniggia a Dante Unali encendió la polémica. “Caniggia se tiró muy fuerte. En la cancha me pareció que no era para tarjeta roja y lo amonesté. Pero después, viendo la televisión, era para expulsión. Quizás quedó una sensación de injusticia, si hubiera habido VAR en esa época, el desenlace hubiese sido completamente distinto”, admitió el árbitro.
El tumulto, la expulsión y la polémica
Se armó un tumulto. Toresani fue a reclamarle a Lamolina con vehemencia: “¡Lo tenés que echar!”. Maradona también protestó, buscó neutralizar la influencia del jugador de Colón sobre el árbitro y proteger a su compañero para que no fuera expulsado. “El Huevo me insultó, se acordó de mi madre y lo eché por eso. Lógicamente que nadie lo vio hacer nada, el único que lo escuchó fui yo”, relató Lamolina.
Toresani dejó el campo de juego con furia, sugiriendo el favoritismo del árbitro hacia Boca y discutiendo con Maradona. Después del partido, el temperamental mediocampista la siguió con declaraciones provocadoras y desafió al Diez: “A mí me echó Maradona. Y lo que diga cuando escuche esto no me importa un carajo. Lo que sí, quisiera tenerlo enfrente para que me diga las cosas que me dijo en el partido, que me iba a agarrar. Yo me la banco, lo iría a buscar hasta la casa”.
“Segurola y Habana”: la frase que quedó para siempre
La respuesta de Diego ante semejante provocación no tardó en llegar. Fiel a su estilo, desafiante y directo, soltó una frase que quedó grabada en la memoria colectiva: “A ver si tiene cara este Toresani, que no existe, que le pregunte a Lamolina si yo no le dije: ‘no le eches’. Y esto lo juro por mis hijas. Entonces, le digo a Toresani: Segurola y Habana 4310, séptimo piso y vamos a ver si me dura 30 segundos”.
La versión de Diego fue confirmada por el propio Lamolina a TN. “Es cierto que Diego me pidió que no lo echara. Me dijo: ‘No lo rajes, dejalo’. Fue todo lo contrario de lo que se dijo después el ‘Huevo’. Maradona no pidió la expulsión”, reveló Lamolina.
El partido, el gol agónico y la explosión de la Bombonera
El partido siguió con Boca buscando el triunfo y Colón resistiendo con uno menos. Maradona, eje de todos los avances, mostró destellos de su talento, aunque el físico ya no era el de antes. El equipo de Silvio Marzolini dominó, pero le costó romper el cerrojo santafesino.
Recién en el descuento, cuando el empate parecía sellado, llegó el desahogo. Un centro de González y un cabezazo de Darío Scotto le dieron la victoria agónica a Boca. La Bombonera explotó. Diego levantó los brazos y el romance con los hinchas volvió a su pico más intenso.
Para Lamolina, ese día fue especial. “Haber sido designado para ese partido era un galardón, un privilegio. Dirigir a Maradona era un lujo. Verlo hacer cosas que no hacían los demás, era un jugador diferente, un superdotado, un verdadero genio”, confesó.
El árbitro recordó que ya había dirigido a Diego en su debut en Primera, en 1981, y también en su paso por Newell’s. “Al principio era un pibe callado, respetuoso. Ya en Boca estaba más rebelde, más picante. Como técnico, ni hablar, discutía todo”, relató entre risas.
El detrás de escena: la presión y el show mediático
La vuelta de Maradona fue mucho más que un partido. “Fue una explosión mediática. Todo el periodismo estaba con Boca y con Diego. La gente de Colón no quería ser un simple invitado”, contó Lamolina.
El árbitro, con la experiencia de haber dirigido mundiales, supo manejar la presión. “Me encontró en un momento de mi carrera en el que ya estaba preparado. Pero fue una revolución, algo único”, aseguró.
La historia no terminó en ese partido caliente. Un año después, el destino volvió a cruzar a Maradona y Toresani, pero esta vez como compañeros en Boca. El “Huevo” jugó 47 partidos y marcó ocho goles en el Xeneize entre 1996 y 1997.
Limaron asperezas y construyeron una relación de respeto. “Después de aquella famosa discusión, él vino a jugar a Boca y fuimos grandes compañeros. Hablé muchas veces con él por teléfono”, contó Diego años después.
El final trágico y la despedida de Diego
El 22 de abril de 2019, Toresani se quitó la vida a los 51 años. Maradona, conmovido, lo despidió en redes sociales: “Pensar que lo quise pelear, y hoy lo lloro. Después de aquella famosa discusión, fuimos grandes compañeros. Lamentablemente, llegué tarde. No creí que fuese todo tan grave…”.
A 30 años de aquella tarde histórica, la vuelta de Maradona a Boca sigue presente en la memoria colectiva, no solo por el regreso del ídolo, sino por esa frase que trascendió el fútbol y se convirtió en parte del folklore nacional. “Segurola y Habana”, un símbolo de la pasión, el carácter y la autenticidad de Diego.
La síntesis de un partido para el recuerdo
Boca Juniors: Carlos Navarro Montoya; Diego Soñora, Fernando Gamboa, Néstor Fabbri y Carlos Mac Allister; Julio César Saldaña, Fabián Carrizo, Maradona y Cristian Kily González; Claudio Caniggia y Sergio Manteca Martínez. DT: Silvio Marzolini.
Colón de Santa Fe: Leonardo Díaz; Hugo Ibarra, Horacio Amelli, Mario Sciacqua y Dante Unali; Marcelo Saralegui, Ricardo Kuzemka, Toresani; Claudio García; Víctor Müller y Antonio Vidal González. DT: Enzo Trossero.
Gol en el segundo tiempo: 45m. Scotto (BJ).
Cambios: en el segundo tiempo, 11m. Pedro Uliambre por Claudio García (C) ; 17m. Scotto por Sergio Martínez (BJ), 24m. Mauricio Risso por Müller (C), 34m. José Montelongo por Saralegui (C) y 37m. Walter Pico por Saldaña (BJ).
Amonestados: Fabbri, Saldaña, Maradona y Caniggia (BJ) y Díaz, Ibarra, Unali y Toresani (C).
Incidencia: en el primer tiempo, 38m. expulsado Toresani (C).
Estadio: Boca Juniors.
Árbitro: Francisco Lamolina.
Recaudación: 590.532.