Adolescentes armados en las escuelas: una señal de alarma que no podemos ignorar

Redacción Noticias Data.

Los hechos recientes que vinculan a adolescentes armados en entornos escolares, como la amenaza que sacudió a una escuela del Partido de Escobar, exigen algo más que una respuesta inmediata de seguridad: nos interpelan como sociedad.

Cuando un joven lleva un arma a una escuela —sea real o simulada, sea por amenaza o por intención—, estamos ante una expresión alarmante de múltiples fallas: en la contención familiar, en la atención emocional, en el sistema educativo, en la prevención estatal. Y, sobre todo, en el tejido social que debería sostener a nuestros adolescentes antes de que lleguen a ese punto.

El caso de Escobar no es el primero, pero cada vez que ocurre uno nuevo, lo tratamos como si fuera excepcional. No lo es. Vivimos en un contexto donde la violencia simbólica y real se ha naturalizado, donde muchos adolescentes están expuestos a discursos de odio, a vínculos rotos, a la banalización de la violencia en redes y medios, y a la ausencia de referentes adultos que los escuchen sin juzgarlos.

Por eso, si bien es crucial que intervengan las fuerzas de seguridad y que se activen los protocolos necesarios, es igualmente urgente invertir en políticas públicas de salud mental, en espacios de escucha dentro de las escuelas, en programas de prevención del bullying, en el fortalecimiento del rol docente como guía emocional —y no solo académico—, y en la promoción de la empatía desde las edades más tempranas.

No se trata de criminalizar a adolescentes, sino de comprender por qué algunos llegan a pensar que una amenaza o un arma pueden ser su única forma de expresión o poder. El miedo que hoy generan no puede eclipsar el grito de ayuda que muchas veces hay detrás.

Es momento de dejar de reaccionar solo ante la crisis y empezar a construir entornos donde nuestros jóvenes no tengan que armarse —literal o simbólicamente— para ser vistos.

Por Noticias Data