Brilló en cine, en radio y en la televisión. Protagonizó «Me llaman gorrión», una novela que paralizaba al país. Madre de Raúl y Marcelo, dos hijos que se convirtieron en actores, una tragedia llenó sus últimos años de pena.
Beatriz Taibo fue una de las grandes actrices argentinas que conjugó como pocas el prestigio con lo popular. Pasaba de los grandes clásicos a las telenovelas, de la comedia al drama con un talento innato y una pasión elegida. Desde fines de la década de los 50 hasta principios de los 70 su nombre era uno de los más conocidos por los argentinos. Admirada y querida terminó sus días con su corazón herido por una gran tragedia: la muerte de Marcelo, uno de sus hijos.
En 1942 no existía Youtube pero sí un programa radial que descubría talentos infantiles, La Pandilla Marilyn. En una emisión apareció Beatriz, una desenvuelta nena de diez años que se presentaba no para cumplir un sueño propio sino uno ajeno. Su mamá había querido ser actriz pero en su época estaba mal visto. Betty actuó tan bien que comenzó a conseguir pequeños trabajos. Como su papá don Mascaró no estaba contento, la nena decidió usar el apellido materno, Taibo, Beatriz Taibo.
A los 15, Beatriz Taibo ya era conocida no en los pasillos de una tele que no existía pero sí en los de las radios. Comenzó a trabajar como locutora en Radio Argentina, pero adherir a la primera huelga de locutores le implicó un telegrama de despido. Al tiempo la llamaron de Radio El Mundo para ser parte del equipo de Antonio Carrizo. Una de sus primeras tareas fue anunciar un matapolillas. Todos la comenzaron a llamar Polilla, algo que a Beatriz no le disgustaba, pero terminó conservando el sobrenombre.
Mario Fortuna, un actor muy conocido, observó su carisma y le preguntó si quería hacer teatro. “Venite con tu mamá para hacer una prueba”, porque en ese entonces las chicas no se presentaban solas. Fue y quedó. Pisó el escenario con 16 años y no se bajó más. Viuda ella, viudo él, ¿quién les pone el cascabel? fue la primera obra.
Con Los Millones de Semillita, debutó en el cine. Era una película en blanco y negro de 1950. En toda su carrera filmó 23 películas entre ellas, Los Pérez García, Pocholo, Pichuca y yo, Amor prohibido, Canuto Cañete y los 40 ladrones y El profesor tirabombas.
En la comedia brillaba, pero ella minimizaba su talento. “No tuve la oportunidad de elegir. Me eligieron para hacer comedia. Una vez dejé todo para actuar con una grande, Emma Gramica, donde no decía una palabra en toda la obra porque era un ángel estático. También hice Las manos sucias, de Sartre, dirigida por Narciso Ibañez Menta”, repasaba en una entrevista en Clarín del año 2000.
Su gran pico de popularidad no se lo dio ni el teatro ni el cine sino la televisión. Junto a Alberto Martín protagonizó por el Nueve la novela Me llaman Gorrión. Allí encarnaba a Rosa Morelli, una chica humilde que, disfrazada de muchacho, obtenía un puesto de repartidor para poder sostener a su abuela y al pequeño Coquito. La mezcla de ternura y alegría que le imprimió a su personaje la convirtió en nota de todas las revistas.
Beatriz Taibo fue una de las primeras en hacer teatro de temporada en Mar del Plata y Carlos Paz. En uno de esos veranos conoció y se casó con Ricardo Tito Olivero, productor y dueño del Teatro Refasí. El 6 de febrero de 1965 nació Marcelo Ricardo Olivero Taibo. Ella ya era mamá de Raúl, que nació el 17 de enero de 1954, hijo de su matrimonio con Raúl Tignarelli.
Los que trabajaban con ella adoraban su trato amable y constante buen humor. En una entrevista para Así TV afirmaba “Siempre he sido así. Tengo buen carácter, pero si tengo que dar un grito lo doy. Soy bastante componedora y de tirar buena onda. Me gusta estar en un ambiente agradable.”
Beatriz adoraba a sus hijos que siguieron su camino en la actuación. Uno de sus momentos más felices fue en el año 2001. Ella estaba instalada en Mar del Plata donde protagonizaba Los platos voladores. Marcelo protagonizaba El Zorro, junto a Fernando Lúpiz y Raúl, grababa en Buenos Aires, Campeones pero los tres hicieron un alto para festejar el cumpleaños de Marcelo junto al mar.
La vida transcurría feliz para Beatriz, pero en 1979 esa mujer que afirmaba que “El pan amargo no es para mí”, debió enfrentarlo. Raúl se sometió a una delicada operación cardiovascular y en 1989 a otra. Ambas fueron tan complicadas como riesgosas, pero ahí estuvo ella acompañando y amando.

Con la recuperación del primogénito, la vida volvió a parecerse bastante a la vida, pero 7 de junio de 2004, todo se oscureció. Marcelo cruzó un paso a nivel luego del paso de una formación, entre distraído y confiado no advirtió que venía otra en sentido contrario. Murió en la ambulancia que lo trasladaba al Pirovano. Como no llevaba documentos no pudieron identificarlo. Su madre y su hermano recién lo supieron al día siguiente.

El dolor indescriptible que se instaló para siempre en su corazón sumado a una cobertura mediática que tuvo poco de humana fueron demasiado para Beatriz. “Hay una demanda de los medios y a ella ya no le interesa hacer prensa, no le gusta. Además tuvo un impacto muy fuerte cuando le hicieron una cámara oculta en el cementerio, al año de la muerte de Marcelo, justo el día de su cumpleaños. Ella se vio, vio lo que le sucedía y entonces decidió no hacer más nada a nivel masivo. Por el impacto emocional que le generó, le frenó la posibilidad de darle tanto más a la gente y de cosechar lo sembrado. Nunca pensó que le iba a doler tanto la forma en que se vio expuesta en los medios por la tragedia. Y tener que seguir estando expuesta a ese dolor como una obligación, como una especie de crueldad, le hizo decidir no seguir participando”, explicaba Raúl Taibo en La Nación.
Sin estridencias, tratando de sobreponerse a su dolor, Beatriz Taibo volvió al teatro. No lo hizo en el circuito comercial sino con la Compañía Porteña de Teatro Clásico que realizaba puestas en colegios y ONG. Se rumoreaba que estaba deprimida y cómo no estarla con ese dolor gigante que fue la muerte de su hijo. «Cómo estoy, lo sé yo sola; la gente no tiene por qué enterarse. Beatriz Taibo es un ser humano como cualquier otro. Cuando dijeron eso, no sabía si reírme o tomármelo en broma», le dijo a Teleshow en una de sus últimas entrevistas.
Beatriz Taibo falleció el 2 de marzo de 2019. Seis años antes y con 81 años había protagonizado en el teatro DHA, el clásico Los árboles mueren de pie.