Boca, al borde del abismo: fracaso deportivo, eliminación mundial y el silencio de Riquelme

Tras la eliminación en la fase de grupos del Mundial de Clubes, Boca Juniors se enfrenta al momento más crítico de los últimos años. El club más popular del país cierra un semestre catastrófico, sin logros deportivos y con una gestión que empieza a mostrar fisuras profundas. La conducción de Juan Román Riquelme, ídolo devenido en dirigente, queda hoy en el centro de todas las críticas.

El equipo que alguna vez fue sinónimo de gloria continental y mundial, ahora suma papelones y decepciones. Sin clasificación a la Copa Libertadores ni a la Sudamericana, eliminado tempranamente del Torneo Apertura y despedido del Mundial de Clubes en fase de grupos, el «Xeneize» firmó uno de los peores años del siglo XXI.

Un año de fracasos acumulados

Todo comenzó con una sorprendente derrota ante Alianza Lima, que lo dejó sin competencias internacionales para el próximo año. Luego, una eliminación dolorosa ante un Independiente en reconstrucción por los cuartos de final del Apertura. Y lo peor llegó en la competencia más global: empate 1-1 ante Auckland City, un equipo semi-amateur de Nueva Zelanda, que le puso el broche de oro a un año para el olvido.

El dato es demoledor: el club que alguna vez venció al Real Madrid y al Milan, hoy no pudo ganarle a un equipo que ocupa el cuarto puesto en la liga neozelandesa, compuesto por jugadores que, en su mayoría, combinan el fútbol con otros trabajos. Un equipo con 16 goles en contra en su grupo de clasificación. Un rival que no debería haber sido un obstáculo. Pero lo fue.

Un vestuario sin rumbo y un proyecto que hace agua

En lo futbolístico, Boca también quedó a la deriva. Edinson Cavani, fichaje estrella, nunca logró asentarse como líder ni goleador. Alan Velasco, una incorporación millonaria, sigue sin justificar su precio en la cancha. Para completar el desconcierto, la dirigencia cambió de entrenador en pleno torneo: Fernando Gago fue reemplazado por Miguel Ángel Russo, en una maniobra que pareció más desesperada que estratégica.

Todo indica que el proyecto futbolístico está agotado, o al menos, totalmente desorientado. La falta de identidad de juego, la improvisación en las decisiones técnicas y la ausencia de resultados han deteriorado el vínculo entre la dirigencia y una hinchada acostumbrada a competir por todo.

Riquelme en la mira: del ídolo al principal apuntado

En este contexto, todas las miradas apuntan a Juan Román Riquelme, presidente del club y máximo responsable del área futbolística. El mismo que, entre risas, había pronosticado que este sería “un año divertido”. Las decisiones inconsultas, el hermetismo del Consejo de Fútbol y el silencio posterior a cada fracaso profundizan el descontento.

El presente de Boca no es solo una mala racha: es el resultado de una cadena de errores dirigenciales, tácticos y estratégicos. De no cambiar el rumbo, el club corre el riesgo de entrar en una cultura de mediocridad que podría afectar su identidad y futuro competitivo.

Mientras tanto, el hincha, ese que llena estadios y sueña con volver a las noches de gloria, espera respuestas. Y sobre todo, un proyecto que esté a la altura de la historia de Boca Juniors.