Boca mete presión porque gana -más allá del cómo- y recupera la punta que los gases de la Bonaerense en La Plata le impidieron conseguir. Mete presión a Atlético Tucumán y a Racing, que tendrán que verse las caras este lunes con la Ibarreta otra vez arriba, que sigue engordando un invicto asombroso (14 partidos, 9 triunfos seguidos), y a todos los que todavía sueñan (Huracán, Gimnasia mismo) con que el puntero tropiece. Mete presión porque aún cuando las cosas no salen, este equipo tiene ese impulso vital, ese deseo de ganar que hace que el triunfo final aparezca sin que haya un motivo futbolístico aparente que lo justifique. Entonces, cuando no pasaba nada, Martín Payero fue a presionar sobre Cerro, y después sobre López Quintana que no supo resolver, y Boca se puso 1-0 arriba. Y cuando Aldosivi había empatado sumando méritos como porotitos (soberbio cabezazo de Nicolás Valentini) y el primer tiempo se consumía en las dudas de un Boca irresoluto a la hora de construir juego, fue Luca Langoni a pelear una pelota imposible. La convicción del pibe fue tal que a López Quintana, otra vez, se le hizo un nudo en la mente y en las piernas, y en lugar de despejarla al Riachuelo se encimó sobre un Devecchi que tampoco le dejó espacios al defensor. El blooper de los dos jugadores del Tiburón chocando en el área le dejó la jugada servida a Langoni, que quedó bien con Pipa Benedetto al cederle el gol para el 2-1.
El fino offside que anuló el gol de Benedetto
En esencia, fue ése y no otro el mérito de Boca, un equipo al que le cuesta imponerse contra rivales que se ofrecen poco. No le funcionó el tándem Payero-Romero, porque nunca conectaron incluso cuando Ibarra los alternó entre el puesto de volante por izquierda y el de enganche. Es cierto que el local atacó más y tuvo alguna llegada para estirar el marcador, pero fue por la diferencia de jerarquía individual y no por un mejor funcionamiento colectivo.
El central del semillero de Boca que le cortó la racha invicta a Rossi
A Boca le quedó largo el segundo tiempo, porque sin convicción para definirlo, fue Aldosivi el que se animó a ir por más. La excepción fue Luca Langoni, otra vez, porque nunca dejó de picar y de buscar. Tuvo el gol en ese enganche y ese latigazo que Devecchi le sacó en el primer palo, como después lo tuvo Simón Rivero. No se discute el triunfo en sí, sino el cómo: ante un rival casi descendido, a Boca no le sobró nada. Le alcanzó, apenas, con la presión.