La derrota ante Huracán fue mucho más que una caída en la tabla para Boca. Funcionó como detonante de una decisión que venía madurando desde hace tiempo en la cabeza de Juan Román Riquelme: ponerle punto final al Consejo de Fútbol, una de las banderas más visibles de su gestión, y dar inicio a una nueva etapa en la conducción deportiva del club.
Según confirmaron a Olé desde el entorno del presidente xeneize, la medida fue definida el domingo por la noche, después del partido en Parque Patricios y de una reunión en la que participaron Mauricio Serna, Raúl Cascini y Marcelo Delgado, los integrantes actuales del Consejo.
El cambio no será meramente cosmético. De los tres asesores, solo Delgado continuará vinculado al club y con un rol mucho más acotado, mientras que Cascini y Serna dejarán de formar parte de Boca sin ser reubicados en otras funciones.
Se viene un mánager
La idea de Riquelme es reemplazar al Consejo por una nueva figura: un mánager, cuya identidad todavía no está definida. Entre los nombres que circularon en las últimas horas figuran el Mono Navarro Montoya, el Beto Márcico y hasta José Pekerman, aunque no se descarta una sorpresa fuera de esos candidatos.
Por qué se desarma el Consejo
La decisión llega en un contexto delicado. Boca ya perdió cuatro de las cinco competencias del año, el equipo no encuentra funcionamiento a pesar de haber incorporado diez jugadores en los últimos tres mercados de pases y la derrota ante Atlético Tucumán primero y contra Huracán después terminaron de colmar la paciencia del presidente.
El Consejo de Fútbol, creado por Riquelme al asumir su gestión, había asumido el manejo de negociaciones, refuerzos y renovaciones de contrato, buscando despegar al ídolo de las tareas cotidianas. Sin embargo, los resultados no acompañaron y los cuestionamientos externos se sumaron a tensiones internas con el plantel.
Un golpe en la mesa
Según trascendió, tanto Cascini como Serna ya le habían expresado a Riquelme en los últimos meses su disposición a dar un paso al costado si eso ayudaba a descomprimir la situación. La falta de resolución en casos puntuales, el desgaste en la relación con algunos jugadores y la necesidad de un cambio profundo llevaron a JR a tomar la determinación.
Ahora el desafío será reconstruir. La llegada de un mánager buscará oxigenar el clima interno, mejorar el vínculo con el plantel y darle un giro a la política deportiva. Mientras tanto, Boca deberá afrontar lo que resta del año con la presión de ganar algo o al menos asegurar un lugar en la próxima Copa Libertadores.
Lo que sigue para el club de la Ribera será, en palabras de quienes están cerca del presidente, “armar el rompecabezas pedacito por pedacito”, aún cuando en el camino algunos hayan quedado heridos.