Oscar Alberto Alejandro Díaz, de 29 años, es yerno de un jefe narco de Orán. Tiene pedido de captura por varios homicidios pero seguiría en actividad en la zona de la frontera con Bolivia.
Oscar Alberto Alejandro Díaz, alias “Cabezón” o “Cabeza”, tiene 29 años, tez trigueña, cabello oscuro y mide 1.75 metros, según detalla la circular roja de Interpol que lleva su nombre. Aunque la altura no la puede disimular, el presunto sicario busca desorientar con peluca y bigote postizo en la zona de la frontera, adonde escapó luego de que su ubicación fuera detectada por gendarmes que investigaban a su suegro: Ricardo Raúl “El Coya” Rojas, un jefe narco de Orán, en Salta.
Ocurrió el 1 de diciembre de 2019, cuando efectivos de la fuerza de seguridad lograron dar con la ubicación exacta de “La Iglesia”, un galpón que la organización usaba para acopiar cocaína y marihuana. Llegaron en un auto mediante un seguimiento y fueron, literalmente, corridos a los tiros por el yerno del líder de la banda.
De acuerdo al testimonio de los involucrados, a la vez que disparaba, Díaz los insultaba y les advertía que nunca le quitarían la carga. “Los vamos a matar vigilantes”, vociferaba “Cabezón”.
El joven sindicado como principal sicario de “El Coya” ya se había hecho fama en la zona: llevaba en su hoja de vida tres homicidios por los que tenía el pedido de captura internacional vigente.
Los agentes de la UNIPROJUD, PSA y la Policía de Salta, detrás de las tareas de campo, lo reconocieron enseguida pero escaparon en un vehículo bajo el mando de “Flecha”, un gendarme hábil para el manejo. Querían evitar un enfrentamiento y así preservar la investigación.
Pero volvieron al día siguiente, allanaron y encontraron la droga: 330 kilos de marihuana y 11 de cocaína.
Como resultado, “El Coya” Rojas, que ya estaba preso por otras causas, recibió una pena de nueve años, tras un acuerdo entre el acusado y el fiscal general Eduardo Villalba, con los que sumó 70 de reclusión.
El jefe narco empezó como un ladrón de bicicleta, siguió como motochorro y, gracias a su actividad como bagayero, comenzó a trabajar con tratantes de personas de origen chino. Luego, dio el salto al narcotráfico, epopeya en la que se embarcó con su familia, incluso, uno de sus hermanos gendarmes.
Rojas fue señalado por la Procunar, a cargo de Diego Iglesias, como uno de los jefes que continúa con al frente del negocio tras las rejas.
Sandra del Milagro Romero, alias “Alma Rubia”, su esposa, también fue condenada a seis años de cárcel por la droga encontrada en “La Iglesia”. Soledad, la hija de ambos y pareja del sicario, quedó fuera de la acusación.
Díaz, por su parte, se desvaneció. Los cargos por los que lo busca Interpol son: homicidio agravado por el uso de arma de fuego, asociación ilícita dedicada al contrabando de estupefacientes, agravado por la participación de dos o más personas organizadas, por la cantidad de estupefacientes y mercaderías.
Ametralladora, seguridad y efectividad: las marcas del sicario Alejandro Díaz
Según la investigación, “El Coya” ordenó por teléfono, desde el pabellón en el que se alojaba, una serie de asesinatos como venganza por declaraciones en su contra, la pérdida de cargamentos y “mejicaneadas” en la zona de frontera donde la salida laboral predominante es el bagayeo.
Su yerno era quién cumplía el mandato. En 2017, el killer estuvo involucrado en el homicidio de Raúl Fernando Martínez, un presunto contrabandista que trabajaba para Rojas.
Creen que “Cabezón” conducía la moto de la que se bajó hombre que ejecutó a Martínez. Por ese crimen y otra tentativa, el jefe del grupo narco fue condenado a perpetua.
En junio de 2020 su nombre volvió a estar en una foja judicial por otro narco asesinato: el de Marcelino “Chapaco” Valdez Cari, otro personaje de la zona ligado al tráfico de cocaína.
Los sicarios, en esa oportunidad, llegaron en una camioneta e intentaron secuestrarlo en plena vía pública. Chapaco se resistió y le dispararon. Murió en el hospital por una bala que le atravesó el estómago.
De esta manera, se sumó un pedido de captura para Díaz. Según fuentes que siguen sus movimientos fuera del país, el yerno de “El Coya” continuaría ofreciendo su servicio como sicario, pese a estar prófugo. “Mata por 80 mil dólares”, precisaron.
“Tengo autos, tengo fierros, tengo chalecos y handies”, se lo puede escuchar en un audio al que accedió TN y en el que detalla la logística con la que dispone para los encargos. El destinatario del mensaje es un potencial “cliente” con el que no cierra el trato. Se desconoce el motivo.
A diferencia de los improvisados killers de Rosario, que pueden matar por 4 mil pesos, “Cabezón” tendría una tarifa elevada: “Puede llegar a pedir 100 mil dólares en el caso de que el blanco sea de peso”, indicaron.
“Quienes lo contratan buscan garantías”, agregó la fuente. Por esa razón, el supuesto sicario salteño -que se mueve rodeado de un grupo de guardaespaldas- se encargaría de estar presente en las ejecuciones. Si el objetivo es muy importante, él mismo aprieta el gatillo para asegurar la muerte.
Y no falla. “No solo porque es buen tirador, si no porque usa una ametralladora”, dice un detective que conoce la carrera de crímenes por encargo que habría cometido en el norte argentino.