Cuatro hombres fueron detenidos en Salta acusados de integrar una red de trata de menores.
La denuncia de un grupo de madres reveló un caso estremecedor en la provincia de Salta y derivó en la detención de cuatro hombres acusados de integrar una red de trata de menores con fines de explotación sexual.
De acuerdo con la denuncia, la banda captaba a las víctimas a la salida de la escuela y después las “ofrecía” a clientes que las esperaban en dos hoteles ubicados sobre la ruta 26.
La organización tenía todo calculado: desde una lista de precios por cada “servicio” hasta el tiempo exacto que debían durar los encuentros sexuales.
El dato más escalofriante, según detalló una fuente cercana a la causa al diario El Tribuno, es que los hombres pagaban más si las chicas era vírgenes. En ese caso, la tarifa llegaba a los 200 mil pesos.
Cómo operaba la banda
Las entrevistas en Cámara Gesell a las menores confirmaron el horror: los encuentros sexuales se hacían en hoteles de la ciudad y un remisero de 63 años era quien las llevaba y facilitaba el contacto con los adultos. Las chicas contaron que los clientes les ofrecían alcohol y drogas antes de los abusos.
El remisero no solo trasladaba a las adolescentes, sino que también habría abusado de una de ellas. Además, tenía un código para pactar los encuentros. La frase “Vamos a hacer la onda” era la clave para organizar las citas, tanto entre él y las víctimas como con los clientes.
Eduardo Villalba, el fiscal a cargo de la investigación, detalló que los clientes pagaban una escala de dinero según el “servicio” que solicitaban. “Por un beso se pagaba 60 mil pesos, por sexo oral 80 mil y hasta 200 mil pesos por penetración si la víctima aún no había perdido la virginidad”, apuntó.
En la estructura de la red, un menor de edad jugaba un papel clave: era amigo de las víctimas y aprovechaba esa confianza para averiguar detalles personales, como cuáles de las adolescentes eran vírgenes. Esa información se la pasaba al remisero a cambio de dinero.
Control, amenazas y abuso
El remisero no solo organizaba las citas, sino que controlaba que las chicas cumplieran con los servicios pactados. Les preguntaba si habían ido a la cita y exigía el pago, que generalmente se hacía por transferencia.
Los encuentros duraban 18 minutos y se realizaban casi al final del horario escolar, aprovechando las horas libres. El conductor monitoreaba todo y les pedía a las menores que se grabaran en poses sugestivas para ofrecerlas a los clientes.
El fiscal relató un caso puntual: el menor le contó al remisero que una de las víctimas, de 16 años, tenía una hermana de 12. El hombre intentó sumarla a la red y, en una oportunidad, logró que la nena subiera a su auto, donde la manoseó. Por este hecho, fue imputado por abuso sexual.
Pruebas y prisión preventiva para los acusados
Durante los allanamientos, la policía secuestró en la casa del remisero juguetes sexuales, pastillas de estimulación masculina y femenina, y otros elementos que sostienen la acusación.
Por la gravedad del caso, la fiscalía pidió la prisión preventiva de los imputados, salvo el menor. Insistieron en que se trata de un hecho de “gravedad inusitada”, donde está en juego la obligación del Estado de proteger a los niños y adolescentes frente al delito de trata de personas.
El fiscal remarcó que hay más víctimas que todavía no declararon y que restan pericias clave, ya que se trata de una causa de alta complejidad. “Hay derechos humanos en estado puro comprometidos, incluso la dignidad de los niños”, advirtió.