A 71 años de la provincialización del territorio reconocido como Provincia del Chaco en la República Argentina, sentimos transitar un diálogo anónimo entre el proceso fundacional y los desafíos del futuro.
Podemos reconocer una profunda relación geográfica, política e institucional, a partir de una gesta que puso a Felipe Gallardo como el primer gobernador constitucional, hombre proveniente de El Zapallar, líder obrero con ascendencia en la conducción del General Juan Domingo Perón. Y retomo esa relación mencionada, porque la distribución geográfica del Chaco antepuso una idea de ordenamiento que sentó las condiciones para el desarrollo, esencialmente en la zona centro y sudoeste, donde las extensas producciones agrícolas, forestales y ganaderas, sentaron un identitario rural con semejanzas a los distritos aledaños de Santa Fe y Corrientes, pero también Santiago del Estero y parte de Salta.
El proceso primario sostenido en la producción de alimentos, además de materias primas que derivaban en bienes de consumos masivos fueron la antesala de la una etapa preindustrial e industrial, con el corazón puesto en el Puerto de Barranqueras y una Gran Resistencia, entre otras zonas, con alta concentración obrera rudimentaria. Las Palmas se eleva como faro industrial y comienzan a afianzarse las bases del sueño progresista de la época.
Esta primera idea de provincia caminó sus primeros pasos con las zancadillas de la economía nacional y las interrupciones constantes, ergo dictaduras que frenaron la capacidad de instauración de un modelo económico sostenible para el Chaco, que apenas consolidó las bases de la educación, la salud y la seguridad, para luego lidiar con las intervenciones militares que sufrieron todos los distritos provinciales de la República.
Pudiendo esto ser botón de muestra de cómo el conservadurismo democrático y la oscura noche de la dictadura aplica una doctrina que afecto las libertades de la sociedad toda y los primeros intentos de un modelo económico sostenible.
Símbolo del deporte y la cultura
Chaco es símbolo del deporte y la cultura del interior más profundo, tanto en las disciplinas masivas como en las individuales. Ese camino de victorias y derrotas que nos llevó al podio nacional del fútbol, el básquet, el boxeo, las esculturas, la poesía, la pintura y la literatura, entre otras medallas, premios y reconocimientos que cuelgan en el pecho de nuestra comunidad.
Podemos hacer una larga lista de deudas que tenemos como provincia, entre otras deudas el déficit de orgullo por lo que hacemos, que a veces cruzando un peaje parece canjearse o trocarse con hermanos de otras latitudes.
El lenguaje de la subsistencia no acabó con la vuelta de la democracia, el bienestar que contrajo la democracia en 1983 al país no pudo traducirse rápidamente en mejores condiciones de vida para nuestra comunidad, en ese momento inferior a las 700.000 habitantes. Agravando además ese primer ejercicio de la vuelta democrática, un gobierno que intentaba zafar de la angustia post Guerra de Malvinas, al ritmo de conservar los muebles que la inundación se llevaba y el pan en caja para pelearle a la malaria.
Después vinieron los ´90, con todo lo que significó para el interior más profundo, con sólo decir que las acciones de gobierno eran escuetos comunicados salariales con días de cobro para el sector público, tratando que sean antes del día 10 de cada mes, que a posterior se distorsionó con la llegada de los bonos provinciales y culminó con el 2001.
Pervivimos en una generación que vivió los contrastes, los que fuimos hijos de la escuela pública durante aquella época y luego nos graduamos post 2000, encontramos la oportunidad de quedarnos en el Chaco para desarrollarnos, cosa difícil para las familias trabajadoras que peleaban contra la emigración de miles de jóvenes a la Capital Federal, Rosario o la Patagonia.
Chaco comenzó a cimentar nuevas condiciones a partir de gobiernos federales que comenzaron a invertir de manera sostenida en infraestructura para el desarrollo económico y social de nuestro territorio, pasamos de ser inviables a ser viables.
La era Kirchner
Podemos afirmar que los gobiernos de la era Kirchner para el Chaco significaron los de mayor inversión desde todo punto de vista, tanto en infraestructura como en ingresos directos a las familias, previsión social y empleos alcanzados. De la mano de la llegada de Jorge Capitanich a la gobernación se logró consolidar el universo de derechos básicos para una comunidad, desde agua potable, luz eléctrica, comunicaciones, primeras conexiones del gas natural, hasta el record más contundente en viviendas sociales, hospitales, escuelas o parques industriales.
Y esto no significa ver el vaso lleno de una democracia con sed, sino equilibrar los momentos que vivimos como Pueblo a partir de los vaivenes históricos y la sinergia entre un sector empresarial pequeño y una burguesía sólida que a posterior apalancó sus oportunidades con una alianza marcada el sector gubernamental.
También podemos afirmar que el periodo Macri empañó toda posibilidad de despegue para el Chaco, al igual que todo el interior de la República Argentina. Con sólo decir que la deuda en dólares que tomó la Nación entre 2015 a 2019 podría haber financiado 45 puentes Chaco – Corrientes. Sin embargo la postergación y los tambaleos pusieron otra vez a nuestro territorio en dificultades mayúsculas.
Los aciertos y errores del presente o el pasado inmediato son producto de un profundo debate sobre la inequidad económica, el acceso a la tierra o las exigencias del mercado para transformar nuestro aparato productivo en una fuente de generación de proteínas, software, entretenimiento, servicios o cualquiera de las otras 25 cadenas de valor que sostienen las cientos de empresas chaqueñas.
Nuestro legado
Es ese nuestro mayor legado: hacernos cargo de lo que pudimos conseguir en el naufragio de un país centralista que adeuda mucho y paga poco, y que lejos contribuir solidariamente con esta noble lucha, dispara con tinta de los grandes medios de comunicación al autoestima de nuestra gente.
Es fundamental que la Provincia del Chaco consolide sus bases y diseñe su estrategia en alianza con las provincias del Norte Grande, la unión del Nea y el Noa constituyen la potencialidad más certera de un futuro con trabajo, riquezas y dignidad para nuestra comunidad.
Es la bandera que brilla más arriba en estos 71 años de vida, la reparación federal que nos merecemos como argentinos y argentinas de este lado del mapa. Donde otros vieron inviabilidad y afianzaron los obstáculos, otros vemos coraje, orgullo y patriotismo para hacer del Chaco la potencia del norte.
Será abrazando la democracia que lograremos una mejor vida, pero también será un abrazo a la memoria lo que nos dará el orgullo de lo que fuimos, semillas de un pasado de comunidades inmigrantes, criollas e indígenas, fruto vivo al calor de una nueva generación que crece al sol y al viento, que vence inundaciones y sequías, saludando a la Patria en este día, una mano en el pecho y la otra bien arriba.
*Por Rodrigo Ocampo