China advirtió hoy que no tolerará «actividades separatistas» en Taiwán e insistió en que la retomará por la fuerza si fuera necesario, en medio de altas tensiones militares desatadas por una reciente visita a la isla de la líder del Congreso de Estados Unidos.
China, que considera a la autónoma Taiwán un territorio propio, respondió a la visita con amenazantes ejercicios militares en torno a la isla que alarmaron a la región, y Taiwán realizó luego sus propias maniobras y lanzó fuertes acusaciones contra Beijing.
En un documento publicado hoy bajo el título «La Cuestión de Taiwán y la Reunificación de China en la Nueva Era», el Gobierno chino definió cómo Beijing pretende tomar la isla mediante incentivos económicos y presión militar.
Tras un preámbulo que define a Taiwán como «parte de China» y subraya que este «es un hecho indiscutible», el documento suma una serie de argumentaciones históricas con «base sólida en la historia y la jurisprudencia» sobre el estatus de la isla.
«Estamos listos para crear un vasto espacio para la reunificación pacífica, pero no dejaremos lugar para actividades separatistas de ninguna forma», señala el «libro blanco», como se denominan los documentos públicos de Gobiernos y organismos internacionales para informar a los órganos legislativos y la ciudadanía sobre decisiones importantes.
Asimismo, «no renunciaremos al uso de la fuerza y nos reservamos la opción de tomar todas las medidas necesarias», agregó el texto de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado chino, consignó la agencia de noticias AFP.
La advertencia de Beijing llega luego de varios días de maniobras militares chinas alrededor de Taiwán, en respuesta a la visita de la semana pasada a Taipéi, la capital de la isla, de la presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi.
La legisladora, segunda en la línea de sucesión presidencial, se convirtió en la más alta autoridad estadounidense en visitar Taiwán en décadas, pese a la amenaza de represalias de China, que busca mantener a Taipéi aislada del escenario mundial.
El documento del Gobierno chino enfatizó que el uso de la fuerza será de «último recurso» y para proteger a China «contra la injerencia externa y todas las actividades separatistas».
«De ninguna manera tiene como objetivo a nuestros compatriotas chinos en Taiwán», destacó.
La última vez que China promulgó un libro blanco sobre Taiwán había sido en 2000.
También hoy, un dirigente de la oposición taiwanesa viajó a China para reunirse con empresarios taiwaneses, pese a que Taiwán le había pedido cancelar el viaje.
Andrew Hsia, vicepresidente del partido Kuomingtan, de tendencia pro-Beijing, realizó la visita a título personal y no estuvo en la capital.
Sin embargo, la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen lo criticó duramente por cruzar el Estrecho de Taiwán en momentos que China realiza las maniobras alrededor de la isla.
Desde la década de 1990, la isla pasó de ser una autocracia a una democracia vibrante, y ha emergido una identidad taiwanesa particular.
Las relaciones entre las dos partes se han deteriorado desde 2016, cuando llegó al poder la actual presidenta Tsai, cuyo Partido Progresista Democrático no considera a Taiwán como parte de China.
Su plataforma calza con la definición de lo que China califica como separatismo taiwanés.
El libro blanco chino promete a Taiwán prosperidad económica así como «más seguridad y dignidad» después de la «reunificación».
Las maniobras militares chinas posteriores a la visita de Pelosi debían concluir el domingo pasado, pero fueron extendidas, y China no ha dicho cuándo terminarán. Japón y Australia, rivales de China en la región, han exigido el fin de los ejercicios.
La tensión escaló aún más ayer cuando el Ejército de Taiwán comenzó maniobras con fuego real para probar su capacidad defensiva ante una posible invasión china, al tiempo que Beijing prolongaba los iniciados la semana pasada.
Los ejercicios taiwaneses provocaron nuevas advertencias chinas.
Cualquier conspiración para «resistir la reunificación por medio de las armas (…) terminará en el fracaso, como una mantis que intenta detener una carroza», declaró Wang Wenbin, portavoz de la Cancillería china.