Ciro Todaro, constructor y dueño del anfiteatro

Nació el 23 de enero de 1903 en San Fratello, Messina, Sicilia (Italia). En nuestra capital provincial desempeñó en 1936 el cargo de dibujante en la Gobernación; fue contador administrador de la conocida empresa del arquitecto y constructor Bruno Del Mónico, y también, con funciones de orden técnico, en la oficina de Obras Públicas de la Municipalidad.

Había llegado el momento de concretar los propósitos que lo habían hostigado a través de tantas alternativas. Resistencia y el Chaco reunían, a su juicio, condiciones de campo ideal para emprender, al fin, la anhelada estabilidad de modo de poderse asegurar una situación de independencia. Estructura entonces, en 1938, su propia empresa de construcciones; no ya como un simple episodio fugaz de su existencia inquieta, sino para que fuera la maciza realidad en función de la cual, a la vez que conjugaría sus legítimos intereses personales, se constituiría en factor de adelanto positivo de una tierra anhelante de que los hombres capaces y de iniciativas le prestaran generosamente su concurso. Su juicio no lo defraudó.

Desde que se iniciara, la empresa Todaro —que no es más que el señor Todaro que se multiplica a sí mismo cuantas veces la atención de sus negocios lo requiere— ha estado invariablemente a tono con la directiva técnica, industrial y comercial que presidió su organización. Algunas de sus obras llevadas a cabo son: el edificio de la Agencia de Automóviles Chevrolet, Dicla S.R.L. y la anexa Estación de Servicio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en la avenida 25 de Mayo y Echeverría; los amplios depósitos de la West India Oil Company en Puerto Vilelas; el Colegio Don Bosco en la avenida Italia y Pirovano.

Como un índice de la capacidad general y del crédito de esta empresa por licitación pública, fueron adjudicadas por el Gobierno de la Nación al señor Todaro un conjunto innumerable de escuelas. En el año 1948 terminó de construir su propia casa, hoy patrimonio de la ciudad, de la cual fue diseñador y constructor —y que es uno de los iconos arquitectónicos de Resistencia—, ubicada en avenida Wilde y avenida Rivadavia. Don Ciro Todaro falleció el 27 de abril de 1964, en Resistencia.

Anfiteatro Todaro, un ejemplo de lo que no debemos hacer

Quizás la obra cultural más importante que dejó Don Ciro Todaro en Resistencia fue el Anfiteatro Todaro, inaugurado el 5 de diciembre de 1952. En la noche inaugural participó la orquesta de Raimundo Grosso de la provincia de Santa Fe y los conjuntos locales de Hermes Peressini y la orquesta del Rey Ortiz.

En ese fin de año se realizaron las recepciones más importantes de los colegios de Resistencia y siguieron en los años sucesivos. Las fiestas de primavera con su elección de reinas y las noches de carnavales.  También las compañías de teatro recalaban en el Todaro, como la de Carlos Hidalgo con su compañía de radio-teatro interpretando “El león de Francia”, trasmitido a la par por la radio.

Lugar emblemático de la ciudad, frente a la Laguna Arguello, por donde pasaron infinidades de espectáculos públicos, culturales y sociales, los festivales folclóricos con los más grandes cantantes nacionales como: Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Edmundo Ribero, Susi Leiba, Ángel Vargas, Héctor Maure, Alberto Echague, Armando Laborde Argentino Ledesma, Rodolfo Lezica, Alfredo D`Angelis, Juan D` Arienzo, Los Cinco Latinos, Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Tucu Tucu, Los Quilla Huasi, Los Cantores del Alba, Jorge Cafrune, Horacio Guarany, Mercedes Sosa, Ariel Ramirez, El Chúcaro y Norma Viola,  Tarrago Ros, Billy Bond y la pesada del Rock, y los grandes Artistas musicales del Chaco como: Fernando Cassiet y su orquesta el cantante Poly Fernández, Torcuato Vermuth, La Habana Jazz. La Bristol Jazz, Los Arrieros, Cuarteto Martin Fierro, El Soldado Chamamé, Luis Landriscina, y otros. Como para dar un ejemplo, seguramente faltaran muchos.

Hasta llegó a ser un cine al aire libre, cuando en los años 70 se obligó a los cines de Resistencia a colocar aires acondicionados y sus principales salas cerraron, por un tiempo y aparecieron los cines terrazas. El muro perimetral, hoy caído, esconde la joya que sobrevive adentro: el gran anfiteatro con sus terrazas y pista de baile, donde buena parte de la vida social de Resistencia por décadas se dio cita. Hoy, con la pena del abandono total, no debemos resignarnos a no recuperarlo. Siempre cuando hablo de recuperarlo es para el bien común, comprando el predio a precio de mercado.

El paisaje es memoria. Más allá de sus límites, el paisaje sostiene las huellas del pasado, reconstruye recuerdos, proyecta en la mirada las sombras de otro tiempo que sólo existe como reflejo de sí mismo en la memoria o del que simplemente, sigue fiel a ese paisaje.