Por Rubén Serruya
La guerra en Ucrania a despertado una gran incertidumbre sobre las consecuencias económicas que provocará en el mundo, pero sobre todo en las economías emergentes.
Argentina, por ejemplo, está próximo a cerrar el pre-acuerdo con el FMI, que luego será enviado al Congreso para su aprobación. En este pre-acuerdo varios puntos de la letra chica se verían afectados como consecuencia de este conflicto bélico, puntos que requerirán ser modificados o al menos analizados nuevamente; en especial, podemos resaltar 3:
El dólar y la inflación. La guerra provocó que los precios de los commodities se dispararan; el trigo (más del 5%), el maíz (más del 4%), el petróleo (casi 7% para superar los u$s103 por barril) y la soja (superando los u$s580); llegando a máximos históricos. Estos incrementos tienen 2 efectos contrapuestos para nuestro país, por un lado un efecto positivo, producto del aumento de dólares, que engrosan las reservas del Banco Central; y que son necesarias para cumplir los compromisos asumidos con organismos internacionales, o importar lo necesario para el crecimiento de la industria y las pymes, o quizas utilizarlas para la importación de gas. Pero por otro, tiene un efecto negativo, ya que incrementa la presión sobre lo que se conoce como inflación importada, aumentando el precio de los insumos de los alimentos que se producen y consumen en el mercado interno y provocando la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, que vienen corriendo detrás de la inflación hace años, y que necesitan recomponerse para apalancar el crecimiento económico vía consumo y demanda. Además, este conflicto puede llevar a que los Bancos tomen la decisión de impulsar políticas más contractivas, con aumento de tasas, enfriando la economía y reduciendo el acceso al crédito.
En este contexto, el FMI solicitó reducir el gasto público, la brecha cambiaria (entre el dólar oficial y el paralelo-ilegal) y la emisión; variables que de ser reducidas, impactarían de lleno en el crecimiento y desarrollo económico del pais.
En cuanto a los subsidios; según lo informado por la Secretaría de Energía, el mapa energético del país está conformado por tres oferentes, la producción nacional que ocupa el 73% del total, el gas importado de Bolivia vía gasoducto, que lo hace con un 9% y el GNL importado que ocupa el 18%. La guerra impactaría sobre este último, es decir, aumentaría el costo de importar GNL, aumentando no solo el precio, sino también la cantidad, ya que se proyecta pasar de 56 a 65 buques este año, cuyo costo estimado de $s3.500 M, crecería a u$s4.000 M, y podría ser aún más si el precio sigue subiendo. Por otro lado, este incremento de precios más lo solicitado por el FMI en cuanto a la reducción de los subsidios, que implica pasar de 2,3 del PBI en 2021 a 1,7 en este 2022, tendría también una consecuencia directa en la actividad económica, el consumo podría reducirse ya que el ingreso disponible de los sectores medios y bajos estarían destinados en gran parte a pagar las tarifas, antes que al consumo.
En este contexto, ¿es posible rediscutir la letra chica del pre-acuerdo con el FMI antes de que llegue al Congreso?
Dato
Hoy Ucrania es el tercer deudor del FMI con un 6,9% de su cartera activa, detrás de Argentina (28,1%) y Egipto (13,5%); en el 2015 accedió a un Programa de Facilidades Extendidas (EFF) que fracasó y cuyo programa fué reemplazado por un préstamo StandBy, que Kiev debe renegociar todos los años.