Con tijera de podar mutiló a su amante, tras descubrir su infidelidad

Brenda Barattini, una arquitecta de 28 años, fue condenada a 13 años de prisión tras atacar a su amante con una tijera de podar, mutilándole los genitales. La justicia encontró pruebas contundentes de un plan premeditado, a pesar de que la acusada intentó justificarse asegurando que el hombre abusaba de ella y difundía videos íntimos sin su consentimiento.

El 25 de noviembre de 2017, Barattini invitó a «S.F.», músico y hermano de un amigo suyo, a su departamento en Nueva Córdoba. Allí, mientras mantenían relaciones, le colocó un antifaz y, aprovechando su vulnerabilidad, lo atacó con una tijera de podar escondida bajo la cama. El hombre, sorprendido y gravemente herido, logró sobrevivir, lo que permitió que los detalles del ataque salieran a la luz.

Durante el juicio en 2019, la fiscal Laura Battistelli presentó pruebas que desmontaron las afirmaciones de Barattini. Entre los elementos más incriminatorios estuvieron búsquedas en Google realizadas meses antes del ataque, donde la acusada indagaba «cómo cortar un miembro» y cómo borrar mensajes, junto a una agenda con anotaciones explícitas que señalaban su intención de ejecutar un acto violento. Además, durante el juicio, la fiscal mostró la tijera a los jurados, un acto que impactó profundamente en el veredicto final.

A pesar de sus intentos por justificar el ataque alegando que el hombre la utilizaba y que temía la exposición pública, la evidencia mostró una preparación minuciosa. Battistelli remarcó en su alegato final: «Barattini no mostró arrepentimiento, ni le brindó ayuda cuando él sangraba en el suelo; esto no fue un impulso, sino una venganza bien calculada».

«S.F.» estuvo ocho días en coma inducido tras la agresión y después permaneció semanas en su casa con curaciones a cargo de su pareja. «Tengo secuelas por todos lados…Lo compenso con estar vivo, sentí que volví a nacer. «, expresó la víctima en su declaración en el juicio.

Cuando la fiscal Laura Battistelli le preguntó cómo se sentía frente al espejo, él respondió: «Cambié». «Mi pito quedó distinto y mi mente ya no es la misma, cambiaron las ganas y la frecuencia de orinar. Cambié porque alguien me mutiló, alguien me destrozó», añadió.

Aunque pasaron varios años desde ese momento, la fiscal recuerda la impresión que le causó aquel hombre como si hubiera sucedido ayer. «Lo vi como un tipo acabado», describió.

El hombre habló además de las secuelas psíquicas y dijo que sufrió estrés postraumático, ataques de pánico diarios, tristeza, evitación de actividades, estado de hiperactividad, incremento de los niveles de sobresalto, crisis de ansiedad, insomnio, dificultades de reconocimiento.