«Estoy arrepentido en el alma», sostuvo el panadero de 50 años de la ciudad sanjunina de Pocito al confesar que había manoseado a su hija desde que tuvo 11 años y que entre los 13 y los 15 la violó cada vez que tuvo ocasión.
«Lloro todas las noches, porque he perdido todo, mi familia, todo», dijo entre lágrimas antes de aceptar la condena, según las declaraciones reproducidas por Diario de Cuyo.
Según esa fuente, el monto del castigo fue parte del acuerdo de juicio abreviado que alcanzó el acusado con la fiscal Marcela Torres a través de su defensor Narciso Godoy.
La sentencia fue ratificada ante el juez Víctor Hugo Muñoz Carpino -Sala I, Cámara Penal-, quien decidirá si la acepta.
Los reiterados abusos salieron a la luz en la madrugada del 25 de octubre de 2019 cuando el violador llegó a su casa de trabajar e intentó someter a la adolescente de entonces de 15 años, quien empezó a gritar y escapó llorando hacia el comedor.
En principio el abusador intentó culpar a la víctima al atribuirle un supuesto enojo contra él por otras causas pero luego la chica habló a solas con su mamá y le contó todo.
De acuerdo con la menor, su papá siempre la amenazaba con matar a su madre y sus hermanos.
Durante su defensa inicial el panadero intentó instalar la versión de que su hija lo buscó para entregársele a cambio de plata.
Pero un informe de los psicólogos aseguró que la menor no mentía y que presentaba los signos habituales de los niños abusados.