Una joven profesora de educación física fue detenida en la ciudad de Corrientes acusada de comercializar marihuana al menudeo entre estudiantes que viven, principalmente, alrededor del Campus Universitario.
La mujer contaba con un pequeño vivero en la casa que habita junto a su madre y concretaba las operaciones «a pedido» vía redes sociales, según determinó una investigación realizada por la Policía Federal Argentina (PFA) con asiento en nuestra capital.
Con toda la evidencia sobre la mesa y dada la existencia de una clara infracción a la Ley de Drogas, el Juzgado Federal Número 1 ordenó el allanamiento a la vivienda de la implicada y, como saldo, los efectivos encontraron una serie de pruebas contundentes.
La mujer, de 28 años, identificada con los alias de «Majo» o «Matuja», estaba en el domicilio donde guardaba flores de marihuana (cogollos), plantas de la misma especie vegetal, una balanza digital de precisión, dinero en efectivo (incluso dólares), teléfonos celulares y «otros elementos de interés a la causa».
En un comunicado oficial difundido ayer la PFA, Delegación Corrientes, explicó que la docente era investigada desde hacía bastante tiempo. Sobre la sospechosa manifestaron que sería «conocida como la principal distribuidora de droga a los estudiantes y residentes de la zona».
Tras la investigación, que incluyó filmaciones, fotografías y seguimientos discretos, las autoridades decidieron dar forma al allanamiento en la propiedad ubicada a una cuadra y media de la avenida Libertad.
«Se logró el secuestro de una gran cantidad de marihuana en flores, listas para su fraccionamiento y posterior comercialización», explicaron desde la fuerza actuante. La detenida quedó incomunicada en una celda de la repartición federal hasta tanto sea conducida a prestar declaración como imputada.
Con respecto a la pesquisa trascendieron algunos detalles. La profesora, supuestamente, captaba a sus clientes por medio de una cuenta en Instagram. Los consumidores a los cuales proveería serían jóvenes mayores de edad y adolescentes.
De acuerdo a datos conocidos por época, a través de aquella red digital la joven publicitaba el comercio de la sustancia estupefaciente y recibía los pedidos mediante mensajes al privado. La investigación surgió de una denuncia anónima que llegó a las autoridades de la PFA.
La mujer incurría en el delito penado de venta de alucinógeno, más allá de alguna vaga excusa que habría intentado sostener en referencia a que la hierba, encontrada en su poder, sería producida con supuestos fines de consumo personal.