Críticas a Milei por su ausencia en Bahía Blanca y el debate sobre el papel peronista en la tragedia

El Presidente fue criticado por no visitar Bahía Blanca tras las inundaciones, destacando la falta de empatía y la necesidad de un liderazgo cercano en tiempos de crisis.
Los desastres como el de Bahía Blanca tienen dos componentes: la violencia climática y la falta de obras de infraestructura. Hay pruebas elocuentes de esto. La ciudad de Buenos Aires tenía lugares que, cuando llovía, se convertían en un infierno para los que vivían allí.

La avenida Juan B. Justo o zonas de Belgrano se convertían en ríos por donde no se podía circular, y la gente perdía muchas cosas en esos episodios. El haber encarado grandes obras solucionó el problema de manera definitiva.

La Argentina tiene un atraso enorme en obras de infraestructura, especialmente en la Provincia de Buenos Aires. Los peronistas no encaran esas obras porque son una mezcla de ignorantes y corruptos.

Creen en sus ideas nefastas y no en la ingeniería que permite evitar o atenuar los efectos de las circunstancias extremas del clima. Recordemos la inundación de La Plata en 2013, con una gran cantidad de muertos. El gobernador en ese entonces, Daniel Scioli, no había hecho ninguna obra en zonas críticas; se dedicó a esconder muertos y, ahora, forma parte del gabinete de Milei, siendo ídolo de los mileistas.

Argentina es un circo triste donde actúan siempre los mismos payasos.

Hay un dato que sorprendió: Milei no fue a Bahía Blanca. Hace un par de meses hubo inundaciones en Valencia, España. Los reyes de España visitaron el lugar de la tragedia, soportaron la ira de la gente y consolaron y abrazaron a muchas personas.

Un gobernante tiene que tener empatía con quienes han perdido todo. Aunque es un gesto simbólico, muestra a la gente que no está sola. El presidente, en una circunstancia así, debe instalarse en el lugar del hecho y acompañar a las víctimas.

Siempre habrá alguien que se enoje y alguien que lo elogie, pero debe estar con los que sufren. Eso se llama empatía. Está bien que vayan ministros y que el presidente esté siguiendo el tema, pero tendría que haber ido de inmediato y estar con los damnificados.

Le haría bien a la imagen del presidente ir al lugar de los hechos. Su imagen ya está tocada desde lo de Libra, y debería demostrar que, además de sacarse fotos con referentes criptoestafadores, puede acompañar a los argentinos que la están pasando mal.

Es curioso Milei. Hay un montón de gente que lo votó sin tenerle simpatía, solo para que no gane Massa. En lugar de ser consciente de eso y mostrarse con gente común, parece estar siempre encerrado y rodeado de los mismos. Tiene un problema de comunicación en su relación con la gente común.

El gobierno parece decidido a gobernar por decreto, pretendiendo eludir el bloqueo del PJ en el Senado. El acuerdo con el FMI será por DNU, a pesar de que la ley exige que lo apruebe el Congreso.

Estas jugadas tienen riesgos, como quedó demostrado en el nombramiento por decreto de Lijo y García Mansilla a la Corte. Lijo quedó afuera de la Corte (por suerte) por no querer renunciar a su juzgado federal. En la Corte está el prestigio, y en los juzgados federales, los negocios. Lijo sabe eso mejor que nadie. El tema es si el Congreso anula esos decretos y se quedan sin nada.

El gobierno, por sus propios defectos, empezó a dar señales de vulnerabilidad. Y, en lugar de afianzar alianzas con sus aliados naturales, se dedica a maltratarlos. Sería momento para recomponer relaciones, pero parecen tener una obsesión con la ciudad de Buenos Aires.

Esa operación está en manos de Karina Milei y de la camporista Pilar Ramírez (que parece una señora con evidentes limitaciones) y que fue integrante de la corrupta gestión de Mariano Recalde en Aerolíneas.

El gobierno tiene un problema de recursos humanos tremendo, y los kirchneristas y massistas se le cuelan por todos lados. Deberían saber que los peronistas son leales solo con ellos mismos.