Desinformaciones que circularon durante la guerra

Múltiples fueron los formatos y los medios que se utilizaron para desinformar durante los 74 días que duró la Guerra de Malvinas en 1982, en medio de la dictadura militar que comenzó en 1976.

Fotos posadas o editadas. Titulares triunfalistas. Notas enteras que tergiversaron o exageraron una información. Múltiples fueron los formatos y los medios que se utilizaron para desinformar durante los 74 días que duró la Guerra de Malvinas en 1982.

Con el aniversario de los 40 años del comienzo del conflicto, en Chequeado nos propusimos brindar algunos ejemplos de las desinformaciones que circularon en aquel momento, en medio de la dictadura militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 y que terminaría a los pocos meses de finalizado el conflicto bélico, el 10 de diciembre de 1983.

Durante la guerra, a excepción del día del desembarco y el día después, sólo a algunos corresponsales de la agencia Télam y de Argentina Televisora Color (ATC) -actual Canal 7- se les permitió la estadía en las islas. Esto generó que la mayoría de la información publicada por los medios argentinos pasara por el filtro del Estado argentino.

A continuación, algunos ejemplos de las desinformaciones más recordadas de la época.

La cronología de algunas desinformaciones

3 de abril de 1982. Los principales diarios publicaron una foto de 5 soldados con una bandera argentina que flamea, como parte del anuncio de la “recuperación de Malvinas”. Fue el caso del diario Clarín que, en la página 24 de la edición de aquel día, difundió la imagen con el epígrafe “Soldados reponen la bandera argentina en las Malvinas (Fotografía de la Armada)” (sic). El Diario Popular y el diario bahiense La Nueva Provincia, entre otros, se sumaron a la publicación aquel día, mientras que el diario La Nación publicó la imagen en un suplemento 5 días después.

Según dan cuenta diversas investigaciones, la foto, que tiene solo un árbol de referencia en el fondo de la imagen, habría sido tomada en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y no en Malvinas.

“En los distintos medios de inmediato se dudó de esa foto. (…) Se repartió impresa en papel fotográfico y fue distribuida a diarios y agencias el mismo 2 de abril. Apenas habían transcurrido horas del desembarco y era imposible que esa imagen hubiese sido enviada desde las islas de las que, por otra parte, ningún avión había despegado. De todas formas, varios matutinos la publicaron en su tapa al día siguiente”, contó la doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y especializada en fotoperiodismo Cora Gamarnik en “El fotoperiodismo y la guerra de Malvinas: una batalla simbólica”, que formó parte del libro Fotografía e historia en América Latina.

Así también lo reconoció el propio diario Clarín en el décimo aniversario del conflicto, el 3 de abril de 1992, en una nota titulada “La foto ‘trucha’”.

“Con el tiempo se supo que esa foto había sido preparada con anterioridad al desembarco. Se la tomó en terrenos de la Escuela de Mecánica de la Armada, en Buenos Aires”, continuó el diario. Tampoco la imagen fue fotografiada por Rafael Wollmann, el reportero gráfico argentino que se encontraba en Malvinas al momento de la invasión argentina, ni por Osvaldo Zurlo, el fotógrafo de La Nueva Provincia, algo que fue confirmado por Abel Escudero Zadrayec a este medio, quien habló con Zurlo antes de su fallecimiento y vio las fotos que el fotógrafo había sacado en Malvinas.

“En ese momento se decía que la foto había sido sacada en Tierra del Fuego, una historia que me parece más verídica, dado el entorno que tiene esa foto. Sí se supo en ese momento que no fue tomada en Malvinas. Hubo controversias, y nadie salió a decir ‘yo estuve ahí’, soy uno de los soldados que hizo o estuvo en la foto, en ningún momento”, coincidió en diálogo con Chequeado Silvio Zuccheri, fundador de la agencia de fotoperiodismo ILA (Imagen Latinoamericana) y ex socio de Wollmann.

Fernando Monacelli, secretario de Redacción de La Nueva, dijo a este medio que, “en cuanto a la foto trucha no tengo idea de cómo llegó a publicarse en nuestro diario”.

Además, es notoria la coincidencia entre la supuesta imagen de Malvinas y la famosa fotografía realizada por Joe Rosenthal, fotógrafo de la agencia Associated Press y ganador de un Premio Pulitzer por esa imagen, tomada en Iwo Jima, Japón, el 23 de febrero de 1945. Esta última muestra a 5 marines de los Estados Unidos y a un médico de la Armada estadounidense alzando la bandera de dicho país en el monte Suribachi durante la Segunda Guerra Mundial.

Sí existieron imágenes de un izamiento aquel día, como la publicada en la Revista Gente el 8 de abril y fotografiada por Rafael Wollman -brindada por el fotógrafo a Chequeado-, u otras con atribución a Roberto Gilli Fernández. Sin embargo, las fotos no coinciden con la imagen analizada -por ejemplo, la foto que no habría sido tomada en Malvinas cuenta con un palo con punta filosa, mientras que las fotografías que sí tienen autor consignado muestran una bandera siendo izada en un mástil-.

Según diversos testimonios de la guerra, esta no fue la única fotografía posada o fotografiada en otro lugar. Por ejemplo, sobre una de las fotos de soldados apuntando sobre una tarima de chapa y alambre, Eduardo Farré, corresponsal de la agencia Télam en Malvinas, reconoció: “Esa foto mía es muy posada…Yo tenía los soldados ahí, tenía que hacer algo, quería hacer la defensa y les dije que se pusieran. Esa es la verdad. Fue así”.

3 y 4 de mayo de 1982. “Una calma tensa se vive en las Malvinas después de la batalla”, tituló La Nación, e incluyó en su bajada: “La flota británica aguardaría la llegada de refuerzos. El presidente del Perú ofreció mediar en el conflicto, pero el plan propuesto no fue aceptado. Los daños infringidos al enemigo fueron evaluados nuevamente por el Estado Mayor Conjunto. Fue atacado el crucero General Belgrano fuera de la zona declarada de exclusión”.

Allí se informa el hundimiento del ARA General Belgrano el 2 mayo de ese año, que había sido atacado por el submarino nuclear británico HMS Conqueror, aunque de forma secundaria: en la esquina inferior izquierda, se publicó un recuadro de la información oficial disponible hasta el momento.

Un día después, el 4 de mayo, La Nación publicó en su tapa un título más contundente: “Fuera de la zona del bloqueo fue hundido el crucero Gral. Belgrano” (sic). Sin embargo, en contradicción, en las primeras páginas el diario publicó una publicidad oficial -que también fue publicada por otros medios durante el conflicto bélico (ver acá y acá)– que decía: “Ya estamos ganando! ¡Argentinos, a vencer! ¡Cada uno en lo suyo, defendiendo lo nuestro!” (sic).

Lo mismo ocurrió en el diario Clarín. “Rescatan náufragos del crucero hundido”, fue el título de tapa del 4 de mayo, mientras que el triunfalismo seguía en la página 7 de la edición con la misma publicidad de La Nación.

Luego de la finalización de la guerra se supo que, entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, solo en el hundimiento del crucero habían fallecido 323 argentinos, casi la mitad de la totalidad de las bajas argentinas en todo el conflicto (649). En el bando británico, el saldo de fallecidos fue de 255 británicos, un resultado que distaba mucho de consagrar a la Argentina como ganadora.

6 de mayo de 1982. “Estamos ganando”, destacó en su tapa con letras amarillas la revista Gente. “Martes. 16.10 hs. Puerto Darwin, Islas Malvinas. Soldados argentinos esperan posible desembarco. Sin embargo, solo se registra un ataque aéreo. Dos aviones ingleses son abatidos”, se lee en la portada, junto con una imagen de soldados argentinos a punto de disparar, con la posición “cuerpo a tierra”. La leyenda “estamos ganando” se repite al interior de la revista en múltiples páginas.

Seis días después del hundimiento del General Belgrano, la tapa de la revista de la Editorial Atlántida no hizo alusión alguna al suceso trágico. Solo al final de la edición, Gente dedicó 8 páginas al tema (acá, acá, acá, acá y acá), y puso especial énfasis en los soldados rescatados y en el “ataque a traición”, ya que el hundimiento ocurrió en una zona de exclusión.

25 de mayo de 1982. “¡Destruimos al Canberra!”, publicó el diario Crónica. “El Canberra se está hundiendo. Recibió los impactos de 4 poderosísimas bombas”, sumó Diario Popular. La revista Gente también publicó en su edición del 27 de mayo de 1982 los buques “de la tropa enemiga” hundidos hasta entonces, entre los que se encontraba -supuestamente- el Canberra, y había sido, según la revista, “alcanzado por 4 poderosas bombas”. La revista Somos, también de la editorial Atlántida, se sumó a la noticia aunque en términos potenciales.

Esta supuesta noticia se dio a conocer durante los días de los combates en la bahía del estrecho de San Carlos, cuando ocurrió el primer enfrentamiento terrestre con los británicos en Malvinas. Allí, el buque británico Canberra transportó más de 2 mil británicos que desembarcaron en la isla.

Pero el Canberra no fue hundido, como se publicó en aquel momento. De hecho, fue ese crucero inglés el que trasladó a Puerto Madryn (Chubut, Río Negro) más de 4 mil soldados el 19 de junio de 1982, luego de la rendición argentina el 14 de junio. Otros buques británicos sí fueron dañados, pero no el Canberra, como fue reportado.

“El 25 de mayo la prensa argentina había anunciado su hundimiento por parte de las fuerzas argentinas, sin embargo fue ese barco, que se encontraba en perfectas condiciones, el que más soldados trajo al continente una vez finalizada la guerra”, señaló Gamarnik, junto a las investigadoras María Laura Guembe, Vanina Agostini y María Celina Flores en el trabajo “El regreso de los soldados de Malvinas: la historia de un ocultamiento”.

De hecho, Diario Popular, uno de los que publicó la información falsa de aquel día, difundió el 20 de junio de 1982 el arribo de los 4 mil soldados a bordo del Canberra. Así lo reportaron también el diario The New York Times y The Washington Post aquella semana.

“Hubo mucho rumor convertido en dato. Había mucho material que partía de un supuesto que es que, si yo convenzo a los propios de que voy ganando, entonces vamos a ganar, y eso no sucedió”, contextualizó a este medio Julio Moyano, profesor titular de la materia Historia de los Medios de la carrera de Ciencias de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sobre el Canberra, agregó: “Cabe la posibilidad de un error de identificación por parte de los pilotos, pero la prensa lo magnificó”.

27 de mayo de 1982. “Seguimos ganando”, continuó Gente en una edición posterior. “8 buques hundidos. 16 averiados. 21 aviones y 16 helicópteros derribados. Estamos destruyendo a la flota británica”. En la foto de la tapa, el medio de editorial Atlántida eligió una imagen de un buque con mucho humo y un avión sobrevolando la nave. Pero la foto, aunque real, fue exagerada, según reconoció Jorge Gayoso, el laboratorista de la editorial que intervino la foto.

“Sobre la tapa de la revista Gente del 27 de mayo de 1982 que tiene por título ‘Seguimos Ganando’ tengo el testimonio del propio Gayoso contándolo. Usó una foto del destructor inglés Coventry, le agregó el avión que en la foto no estaba y creó con un truco de laboratorio el humo negro sobre la cubierta del barco”, comentó Gamarnik a Chequeado.

Así también lo contó Fabián Mauri, fotógrafo especializado en deportes, quien actualmente trabaja en ESPN y presenció el episodio cuando era cadete del laboratorio de fotografía de El Gráfico, de la editorial Atlántida. “El material fotográfico de la guerra que llegaba desde las islas era poco, y encima pasaba por la censura militar. A la revista Gente le había ido muy bien en su edición de la semana anterior con una tapa de soldaditos argentinos posando en una trinchera y con el título ‘Estamos ganando’. Así que para el número siguiente la idea era rizar el rizo. Pero estaba muy complicado encontrar una foto para tapa ‘vendedora’”, contó el fotógrafo en una columna publicada en 2018.

“Yo decía ‘mirá qué bueno cómo confían en sus fotógrafos’, que si la foto no servía, no servía, pero no se alteraba. La ética que tuvieron en Atlántida con la fotografía del fútbol que es un juego, no la tuvieron con la fotografía de la guerra, que fue una tragedia”, apuntó Mauri en diálogo con Chequeado.

Además, la revista insistía con la visión triunfalista de la guerra, cuando faltaban sólo 18 días para el final del conflicto que dejaría un gran desbalance: los fallecidos del bando argentino más que duplicaron a los del británico. “Cuando se produjo la derrota el grueso de la opinión pública no entendía cómo se saltó de ‘estamos a un paso de ganarles’ a ‘tuvimos que rendirnos en territorio malvinense”’, recordó Moyano.

Las particularidades de la desinformación en otro contexto

Estos ejemplos demuestran que la circulación de desinformaciones no es un fenómeno actual o nuevo, sino que es histórico, aunque en esta etapa tuvo sus particularidades. “La desinformación como intento es similar, especialmente en situaciones de conflicto. La diferencia radica en la masificación y en los formatos, especialmente en situación de guerra. Anteriormente, todos los que estaban expuestos a medios masivos lo estaban más o menos a las mismas desinformaciones. Hoy en día es mucho más fragmentada y targueteada”, señaló a Chequeado Silvio Waisbord, director y profesor en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en George Washington University.

“Otra diferencia es que antes la desinformación era fundamentalmente una cuestión de Estado, del Gobierno que movilizaba sus maquinarias para desinformar, con el apoyo de medios masivos, de partidos políticos, del aparato de Gobierno. Hoy en día se trata de un fenómeno más participativo: muchos más actores, deliberadamente o no, con conocimiento o no, participan en campañas de desinformación, por el like, por el share, que es lo que facilita la expansión, la credibilidad, el posicionamiento de la desinformación”, agregó Waisbord.

Por último, el especialista señaló que en la actualidad están las “posibilidades tecnológicas de desdibujar la realidad, con los deep fakes, y con otras formas de crear realidades que hace 40 años eran impensables”, y las mayores posibilidades de hacer una “contra desinformación”. “Antes se desinformaba con instrumentos típicos del periodismo, de recortar información, o de expulsar ciertas voces. Ahora se siguen utilizando las viejas formas de limitar la información disidente, potenciar las voces oficialistas y la desinformación, pero se suma todo el arsenal de la comunicación digital”, agregó Waisbord.