Está acusado por abusar a su hijastra entre los años 2017 y 2022, época durante la cual convivieron juntos en distintas viviendas.
Un ciudadano paraguayo al que le pesaba un pedido de captura por abuso sexual de una menor fue detenido en Villa Zavaleta. Está acusado por el ataque a su hijastra entre los años 2017 y 2022, época durante la cual convivieron juntos en distintas viviendas.
A principios de octubre la Fiscalía Especializada en Delitos Derivados de la Violencia Familiar, de Género y Delitos Contra la Integridad Sexual N° 1 del Departamento Judicial de La Matanza, puso en manos de los efectivos de la Policía Federal la investigación del caso, con la finalidad de determinar el paradero y concretar la captura del prófugo.
“En consecuencia, a través de arduas tareas de campo los federales establecieron que el mismo se encontraría residiendo en Villa Zavaleta, ubicada en el barrio porteño de Barracas”, detallaron fuentes policiales.
Fue así que, mediante un discreto operativo de vigilancia montado en la zona, “lograron detenerlo en la vía pública, en la intersección de la Avenida Iriarte y Zavaleta, mientras se encontraba aguardando un colectivo de la línea 70 para ir a desempeñar tareas de albañilería en una obra en la que trabajaba”.
El detenido, de 43 años, quedó a disposición del magistrado interventor por el delito de abuso sexual con acceso carnal reiterado, agravado por ser cometido contra una menor, en concurso real con corrupción de menores, agravada por ser cometida contra una menor de 18 años.
Caso
La captura ocurrió a raíz de la denuncia efectuada por una mujer contra su ex pareja, en la cual lo acusaba de atacar sexualmente a su hija menor entre los años 2017 y 2022, mientras vivían juntos.
Según los dichos de la víctima, los aberrantes episodios comenzaron cuando tenía 7 años y su agresor aprovechaba los momentos en los que quedaba a su cuidado y luego la amenazaba con matar a su mamá si lo delataba.
Sin embargo, a posteriori de que su madre terminara la relación con el imputado, cuando cumplió los 11 años, la pequeña se animó a relatar los ataques a los que había sido sometida.