El cardiocirujano correntino Lisandro Díaz Beltrán lideró el equipo médico que llevó adelante un innovador procedimiento a una bebé de ocho meses de vida.

Fue en Buenos Aires, con un procedimiento innovador

El correntino Lisandro Díaz Beltrán comandó un equipo que completó con éxito una intervención para corregir una malformación congénita.

La intervención, realizada por primera vez en el Hospital El Cruce de la provincia de Buenos Aires, reunió a un equipo de profesionales de cardiocirugía, hemodinamia y ecografía congénita de ese centro sanitario.

La paciente -que al momento de la operación pesaba 5 kilogramos- tenía una malformación congénita denominada comunicación interventricular: presentaba entre las grandes cavidades del corazón un pequeño orificio (de 5 mm) que un órgano sano no posee.

La solución sugerida fue una intervención híbrida, ya que por la posición en la que se encontraba la malformación era de difícil acceso por medio de un abordaje quirúrgico estándar. De este modo, el procedimiento combinó pasos de una cirugía convencional y de hemodinamia (cardiología intervencionista).

«Lo que buscábamos era cerrar un defecto u orificio en el tabique o septum interventricular», explicó el doctor Díaz Beltrán. «En la gran mayoría de los casos se hace por cirugía convencional, con circulación extracorpórea y parada cardíaca. Este caso tenía una ubicación anatómica desfavorable para cirugía convencional, por lo que se eligió este procedimiento combinado, mediante el cual los cirujanos exponemos el corazón de manera convencional (pero sin conectarlo a circulación extracorpórea) y los cardiólogos hemodinamistas liberan el dispositivo que cierra el defecto que está en el tabique interventricular. Después los cirujanos cerramos el campo de trabajo, con lo que concluye la cirugía», amplió.

DETALLES DE LA OPERACIÓN

Sobre el procedimiento que tuvo a su cargo, Díaz Beltrán explicó que «preparamos el corazón de la bebé para conectarlo a la máquina de asistencia circulatoria, con el propósito de utilizarlo en caso de emergencia. Posteriormente, ingresamos por el ventrículo derecho, y por el interior de la aguja de punción se pasó una ‘cuerda de piano’, guía que se introduce por el orificio en el septum interventricular que se quería cerrar». «En esa instancia intervino el cardiólogo hemodinamista, quien utilizando esa guía implantó el dispositivo oclusor del defecto que se quería sellar. Una vez ubicado el dispositivo en el orificio, se lo abrió y se lo liberó, siempre bajo visión de ecografía transesofágica manipulada por otra profesional cardióloga. Cuando el dispositivo estuvo bien ubicado y cerró el defecto, se lo liberó de la guía y se retiró ésta del corazón», agregó. Este procedimiento simplificado demandó dos horas y media de cirugía. Es un resultado notable, ya que usualmente, de haber estado en condiciones el paciente (en términos de ubicación del defecto), la operación hubiese llevado cinco horas.

Además de Díaz Beltrán, formaron parte del equipo médico el doctor José Alonso (especialista en hemodinamia); los cardiocirujanos Mauro Higa y Alejandro Jorajuría; el anestesista doctor Francisco Guzmán; en la parte de ecocardiografía las doctoras Paula Manso, Julia Peña y Florencia Strawich; y como instrumentadoras las licenciadas Melani Saronno y Nahir Bravo.