El desgarrador relato del hermano del empresario descuartizado: “Le avisé que Pilepich era un garca”

A dos años del crimen de Fernando Pérez Algaba, habló su hermano. Dijo que le había advertido sobre el principal acusado: “Le avisé que ese tipo era un garca”.

A dos años del crimen de Fernando Pérez Algaba, el empresario que fue asesinado de dos disparos, descuartizado y arrojado en distintas valijas a un arroyo en la localidad bonaerense de Ingeniero Budge, el hermano de la víctima afirmó que “le advirtió” que Maximiliano Pilepich, uno de los principales acusados, “era un garca”.

Rodolfo Pérez Algaba dialogó con la Agencia Noticias Argentinas y manifestó su dolor en un nuevo aniversario del homicidio: “Estoy hecho pelota”.

El hombre de 62 años describió que el vínculo entre ambos consistía en “compartir cenas, asados y cumpleaños”, pero que en el último tiempo “no se veían tan seguido” porque “cada uno tenía su vida” y remarcó que sus cotidianeidades eran distintas: “Yo no estaba en la joda, me acostaba a las 10 de la noche y él por ahí se dormía a la medianoche ya que salía”.

En este sentido, el pintor y albañil explicó que su hermano “no supo diferenciar las edades” debido a que “si quería algo se encaprichaba y lo compraba”, motivo por el que lo calificó de “calentón”: “Siempre se compraba una moto y la revendía”.

“Siento que se asoció con gente que lo cagó. Cuando lo quería ayudar, él me retrucaba con que ‘yo tenía problemas con todo el mundo’. Era una persona que no miraba los quilombos. En mi caso, si voy a levantar un negocio, lo hago solo, Fernando necesitaba relacionarse con alguien más”, agregó.

El hermano mayor del la víctima dijo que “terminaron peleados” y “se distanciaron” porque “‘Lechuga’ se fue a vivir a España”, al tiempo que recordó: “La última vez que lo vi fue diez días antes del crimen en el supermercado Día de Ituzaingó, donde Fernando me hizo una joda con un palo de escoba y después me pidió que le prestara un casco que después nunca apareció”.

Rodolfo rememoró que concurrieron a su domicilio y el joven de 41 años se dirigió en una moto que le pertenecía a Maximiliano Pilepich, uno de los principales imputados por el asesinato, sobre quien resaltó: “Le avisé a Fernando que ese tipo era un garca”.

A su vez, señaló que “le llegó una videollamada a su celular” de Pilepich, un hecho que le pareció “extraño” a raíz de que “no estaba agendado en sus contactos”: “Me dijo ‘tu hermano y yo estamos amenazados”.

Dicha comunicación no se registró en el dispositivo como consecuencia de que Pilepich realizó el llamado desde el teléfono de un comisario, otro de los implicados en la investigación.

“Después me llamaron de la Comisaría 1° de Ituzaingó para decirme que mi hermano había desaparecido”, expresó el hombre que se encuentra radicado en ese municipio desde los 17 años, y consignó que la Policía exhibió fotos del cadáver, imágenes mediante las que pudo reconocer al damnificado por un tatuaje con las iniciales de su perro, quien se llama ‘Cúper’.

Con respecto a la brutalidad del crimen, recriminó: “No me entra en la cabeza cómo cortaron el cuerpo en 10 millones de pedacitos”.

Los juicios

Javier Baños, ex fiscal de Morón y abogado de Rodolfo, explicó que se llevará a cabo un juicio por jurados populares, que tiene como acusados a Maximiliano Pilepich, Matías Gil y Nahuel Sebastián Vargas por el delito de homicidio triplemente agravado por ser cometido con alevosía, por codicia y por ser cometido por el concurso premeditado de varias personas, ello con el uso de arma de fuego.

La gestora Flavia Lorena Bomrad, Luis Contreras, el comisario Horacio Córdoba, Fernando Gastón Carrizo y Blanca Gladys Cristaldo (acusada por presunto encubrimiento) firmaron acuerdos abreviados: “Van a ser juzgados por el TOC N°9 en cuanto se expida el Ministerio Público Fiscal”.

“Las defensas recorrieron varias decisiones que tienen que ver con los procesamientos y medidas cautelares, pero dentro de lo que es el debido proceso legal”, consignó el letrado.

La querella sostiene que el móvil del homicidio es el dinero y considera que tanto Pilepich como Vargas planearon el ataque, la gestora le habría tendido una trampa a Pérez Algaba al trasladarlo hasta un campo del partido bonaerense de General Rodríguez, Gil y Carrizo ayudaron a trasladar el cadáver, mientras que el comisario se encargó de desmembrarlo y ocultarlo en las valijas para luego esparcirlo en un arroyuelo de Ingeniero Budge.

La hipótesis es que fue asesinado para dejar sin efecto una deuda de 50 mil dólares que reclamaba.