El histórico dirigente del Fortín contó en una entrevista que está pasando por un mal momento económico y aseguró hoy «vive de prestado».
Raúl Gámez, histórico presidente de Vélez, contó en una entrevista con Infobae que está pasando por un pésimo momento económico. Explicó que le puso demasiado énfasis a su gestión en el club y descuidó sus proyectos personales; por eso hoy «vive de prestado» y necesita de la ayuda de sus amigos.
«Soy jubilado y cobro la mínima. No soy indigente por la gran cantidad de amigos que tengo. Uno de ellos me presta un departamento en Villa Luzuriaga, donde estoy ahora. Es feo vivir de prestado, cuando uno tuvo una vida de trabajo, pero quizá descuidé mis emprendimientos personales por Vélez», explicó Pistola.
Tiene recuerdos en el club desde los seis años. Su vida estuvo ligada a la V azulada: desde los quinchos hasta el escritorio, pasando por las tribunas. Y no se arrepiente del tiempo que le dedicó al Fortín: «Vélez es el amor de mi vida. Yo me casé con Vélez, no con mi esposa (risas). Desde los 6 años anduve por el club».
Gámez formó parte de la dirigencia en los años más gloriosos de la historia del equipo. A principios de 1993, era el responsable del fútbol profesional y fue el encargado de traer nuevamente a uno de los máximos ídolos de la institución, aunque antes pensó en otro nombre: «En el primero que pensé fue en Marcelo Bielsa, que recién había llegado a México, y de quien tenía las mejores referencias, pero había decidido instalarse por unos años allá con la familia. Conocía a un farmacéutico fanático de Vélez, de apellido Godoy, que siempre me insistía para que lo llamara a Bianchi que vivía en Francia. A Carlos lo conocía desde antes de que debutase en Primera. Firmamos el contrato por un año y a los pocos meses ya lo queríamos extender a tres más» .
«Se dio una cosa extraordinaria, porque llegó y salió campeón del primer torneo. Y no paró más, sumando la Libertadores y la Intercontinental. Fue un técnico brillante», completó.
Con el Virrey como entrenador, la institución de Liniers alcanzó lo máximo a lo que puede aspirar un club: fue campeón del mundo. Sin embargo, para Gámez hay un partido más importante que aquella final ante el Milan: «Lo que más disfruté en mi vida fue la final de la Libertadores contra Sao Paulo en Brasil, porque la del mundo fue una yapa».
Por último, mostró su preocupación ante el arribo de las Sociedades Anónimas Deportivas al fútbol argentino: «El fútbol argentino tiene que resistir este intento del arribo de las sociedades anónimas, que vienen en busca de los clubes con plata de orígenes dudosos, para tratar de generar más dinero, pero sin importarles los socios, que son lo más importante».
Y cerró con una contundente reflexión: «Por unos pesos se quieren quedar con una historia centenaria y, si les va mal, desaparecen de día para el otro. Ellos no tienen sentimientos».