El cruce de los 32avos de final de la Copa Argentina en la cancha de Lanús reeditó una vieja costumbre olvidada del fútbol argentino. El Apache, blanco de críticas en las redes oficiales del Villero, recibió un fuerte respaldo de la gente del Rojo.
La Copa Argentina es algo así como el Cometa Halley del fútbol argentino. Si bien no tarda 75 años en volver a ocurrir, es una excepción para un torneo local que se acostumbró, con el paso del tiempo, a recibir a una sola hinchada en todos los partidos. Pero esta imagen de las tribunas teñidas de distintos colores se reeditó en la goleada de Independiente por 3-0 sobre Deportivo Laferrere en el estadio de Lanús y contó con el habitual duelo de hinchadas y cantitos. No obstante, hubo un personaje en particular que absorbió las broncas y las alegrías de ambos lados: Carlos Alberto Tevez.
Desde el minuto uno se percibía un clima de rivalidad extraño en el Néstor Díaz Pérez. El Rojo y el Villero no llegaban al cruce de 32avos de final con historias inconclusas o ambiciones revanchistas. Sin embargo, el ambiente venía caldeado a lo largo de la semana por una campaña que había nacido en las redes sociales del equipo que milita en la Primera B Metropolitana.
En la previa del enfrentamiento con los Diablos de Avellaneda, la cuenta oficial de Lafe había tomado de blanco al entrenador rival y había realizado una serie de posteos a modo de crítica con el #RojoTevezNervioso. Primero rozaron el humor negro y pusieron una foto de la lista de Pablo Escobar, el famoso narcotraficante colombiano, con el nombre del Apache como «próximo objetivo». Luego pasaron a los guiños nacionales: utilizaron a Jesús de Laferrere, personaje del comediante Peter Capusotto, y le añadieron la frase «el diablo es un careta».
Pero el tercero de la saga redobló la apuesta definitivamente. El usuario de X del Villero calificó a José Luis Garrafa Sánchez, ídolo en La Matanza, como «el verdadero jugador del pueblo» y rodeó su figura de molinos destinados a la producción de energía eólica, una clara alusión a aquel tweet de Pablo Toviggino -tesorero de la AFA- en el que le enrostró a Carlitos una presunta irregularidad en la licitación de unos parques durante el gobierno de Mauricio Macri. De todos modos, días después decidieron borrar el posteo.
En el campo de juego, el DT nacido en el Fuerte Apache sufrió la hostilidad de la marea verde que llegó en una decena de micros desde el sudoeste bonaerense y copó la tribuna que da espaldas al polideportivo del Granate. Apareció una pequeña bandera en uno de los laterales que lo acusaba de ser un «traidor» y un «anti patria». El pabellón recorrió las redes sociales y hasta figuró en la transmisión oficial del partido.
No obstante, el entrenador de Independiente recibió una muestra de apoyo importante que sirvió para contrarrestar las críticas del cuadro rival. Luego de mencionar con nombre, apellido y número a los convocados del Rojo, la voz del estadio gritó el nombre de Carlos Tevez y toda la popular de Avellaneda estalló en un estruendoso aplauso. Sin dudas, el más agasajado de la delegación, por encima de Ivan Marcone y Federico Mancuello, dos referentes indiscutibles del plantel.
Esta costumbre se repite religiosamente desde que el exdelantero de Boca y Manchester United salió a cuestionar el arbitraje de Pablo Dóvalo después del escándalo frente a Barracas Central en el Tomás Adolfo Ducó, donde el juez resolvió amonestar al atacante Alexis Domínguez por una dura infracción que bien podría haber ameritado la expulsión. A partir de ese capítulo, y acompañado por los buenos resultados -hasta la derrota con Deportivo Riestra estaba puntero de la Zona A de la Copa de la Liga-, se forjó una relación espalda con espalda entre los hinchas del Rojo y el entrenador, que criticó la actuación de Hernán Mastrángelo en la conferencia de prensa.
Más allá de esta tensión que ubicó a Tevez como protagonista, ambas hinchadas brindaron un show que emocionó a los nostálgicos que vivieron el furor de las décadas del ´80 y ’90. Se desplegaron dos imponentes telones en cada tribuna y se silbaron mutuamente durante todo el encuentro. Pese a la derrota, la hinchada de Laferrere se fue a puro canto mientras sus jugadores saludaban y agradecían la travesía que realizaron un día de semana a las 3 de la tarde para ir a alentarlos. La de Independiente, embanderada en la algarabía del triunfo, los despedía al grito de «el Rey de Copas», seguido de un clásico insulto del lunfardo argentino. Mientras el sol del viernes se moría poco a poco, la disputa por el Apache quedaba atrás. Y, justo a tiempo, el fútbol regresó al centro de la escena para el cierre de la función.