El jugador que se desplomó en el campo de juego, estuvo muerto por 78 minutos y revivió

Fabrice Muamba, jugando para Bolton Wanderers, sufrió este accidente en el que estuvo «clínicamente muerto» durante más de una hora.

El 17 de marzo de 2012 el mundo del fútbol vivió una de esas escenas que quedan para siempre en la memoria de quienes estuvieron presentes. El jugador de Bolton Wanderers, el congoleño Fabrice Muamba, se desplomó en el césped del White Hart Lane, el estadio del Tottenham. Su corazón dejó de funcionar durante 78 minutos, pero el trabajo de los médicos le salvó la vida. 

Con el objetivo de concientizar sobre estas situaciones, el exjugador escribió una carta en la que recalca la importancia del desfibrilador portátil. «Lo que sufrí se conoce como un paro cardiorrespiratorio. Tuve mucha suerte de recibir atención médica de inmediato. Fue crucial que había un desfibrilador portátil a la mano, que fue lo que me salvó la vida», explicó en el texto Muamba. 

Durante su escrito también relata lo que sintió en esos minutos: «Fallé una ocasión en el juego. Cuando regresaba a mi posición, sin nadie a mi alrededor, de repente comencé a sentirme muy mareado. Y me desplomé».

Rodeado de sus compañeros y de los rivales, y siendo asistido por más de media docena de médicos, el africano recibió reanimación cardiopulmonar mientras estaba desplomado en el césped. Además, le aplicaron dos descargas eléctricas. 

Al ver que el trabajo no surtía efecto, lo trasladaron en primera instancia hacía el vestuario. «Los hinchas coreaban mi nombre y me aplaudían, incluso los de Spurs», dice Fabrice. Después de darle una descarga más, el equipo médico decidió que había que llevarlo al hospital. En el camino le dieron 12 descargas más, sumando 15 en un corto periodo de tiempo. En el quirófano le pusieron un catéter en la vena y utilizaron un par de veces más el desfibrilador. 78 minutos después de desplomarse, recuperó el pulso. «Regresé al estadio White Hart Lane para ver el lugar en el que colapsé. Fue un momento muy difícil y emocional porque en ese lugar fue donde mis sueños fueron borrados al tener que retirarme del fútbol profesional a los 24 años de edad», rememora Muamba.

Por último, concluye «Estoy agradecido a Dios que todavía estoy aquí y me sigue sorprendiendo que me fui por tanto tiempo y pude regresar. También al increíble cuerpo médico que me ayudó y a Frank Pantridge, ya que si no hubiera sido por su invento, el desfibrilador portátil, yo no estaría aquí».