El crimen del trabajador del volante tuvo su desenlace cuando el viernes pasado, luego de una minuciosa investigación, se detuvo al adolescente de 14 años.
El crimen del trabajador del volante tuvo su desenlace cuando el viernes pasado, luego de una minuciosa investigación, se llegó al adolescente de 14 años. El impactante caso por la edad del supuesto autor del homicidio de Omar Juan Lazarte (58) fue un punto de inflexión para la fiscal de Investigaciones 1, Ingrid Wenner, quien debió apartarse y dar competencia a la Línea 102 de Niñez, Adolescencia y Familia. La inimputabilidad del homicida veda al Ministerio Público de investigar al involucrado.
Lazarte era un remisero de Villa Elisa, y el jueves 6 de junio tomó un viaje hasta Colonia Baranda. En realidad, según la investigación, el pasajero de 14 años mintió y al llegar a la altura del basural María Sara, sobre la ruta nacional 11, específicamente en el kilómetro 988, le dijo a Lazarte que parara la marcha y que continuaría el tramo faltante caminando. Le pidió la tarifa y el celular a Lazarte para abonar mediante una transferencia. Eso no sucedió, porque el pasajero lo ahorcó con un cinturón.
El auto Chevrolet Onix blanco fue hallado abandonado el sábado 8, dos días después de la desaparición del remisero. Lo escabroso del hecho es que el menor de 14 años, según autoridades policiales y judiciales, condujo el vehículo tras sacar el cuerpo de la víctima y regresó a Resistencia. En el celular del adolescente se encontraron filmaciones que envió manejando el rodado; entre ellos, envió un video a una mujer del barrio La Rubita y a un par de amigos, a quienes les dice: «Preparen el mate que estoy yendo». El cuerpo de la víctima fue hallado por un peón rural el miércoles 12, y dos días después se detuvo al menor, tras una investigación minuciosa a través de las filmaciones de las cámaras de seguridad. Se pudo saber que el menor estuvo desde el viernes por la noche hasta las primeras horas del sábado en Investigaciones Complejas.
Por disposición de la Línea 102, fue entregado a un abuelo que se hizo cargo de la tenencia y monitoreo de la conducta del chico, quien pese al grave delito para la ley argentina no puede ser juzgado ni penado. De todas formas, desde la Justicia buscan que el mismo sea institucionalizado, pero la falta de un lugar seguro hace imposible ese objetivo. La Aldea Tres Horquetas es un espacio que está bajo el control de operadores sociales y el perímetro lo custodia escaso personal penitenciario, que no puede intervenir.
Fuente: Diario Norte