El terremoto que provocó la ola más grande de la que se tiene registro

En la noche del 9 de julio de 1958 la bahía de Lituya en Alaska sufrió uno de los eventos más dramáticos de los que se recuerda. Un terremoto de 7,9 en la escala Richter sacudió toda la bahía.

El mar es uno de los elementos de la naturaleza que genera las sensaciones más extremas. Por un lado, muchos aseguran que verlo al atardecer genera paz y serenidad, mientras que otros sostienen que es un gran lugar para desahogarse. No obstante también están aquellos que le tienen temor, y por razones más que justificadas: accidentes, malos recuerdos personales o catástrofes del pasado.

Esto último aspecto es totalmente válido, ya que en cientos de oportunidades el mar ha ocasionado tragedias que afectaron a la humanidad. Las más comunes tienen que ver con los tsunamis, definidos como olas de gran tamaño que se originan por el desplazamiento agresivo del agua.

En la noche del 9 de julio de 1958 la bahía de Lituya en Alaska sufrió uno de los eventos más dramáticos de los que se recuerda. Un terremoto de 7,9 en la escala Richter sacudió toda la bahía. El problema no fue sólo el terremoto en sí, sino la ola de más de medio kilómetro de altura que generó. La ola más grande de la que tenemos registro.

La falla Fairweather se encuentra cerca de la bahía de Lituya en Alaska. Es por lo tanto una zona de actividad sísmica que cada varias décadas sufre algún que otro terremoto considerable. Sin embargo, el de 1958 fue uno particularmente alto. A eso se le sumó otro factor importante: un deslizamiento de roca que acabó en el agua y generó una masiva ola jamás antes vista.

La cantidad de roca estimada que cayó desde unos 900 metros de altura es de unos 30 millones de metros cúbicos. Semejante locura de roca no hizo otra cosa que provocar una ola gigantesca. Si bien no hay documentación gráfica del momento ni herramientas que pudiesen haberlo registrado, sí que hay evidencias posteriores.

Las evidencias las hemos encontrado décadas después, cuando los restos de la destrucción provocada por la ola se siguen viendo. Una ladera cercana fue analizada en 2010 y se descubrió el cambio de vegetación que sufría. A alrededor de 500 metros de altura se ve un cambio importante de vegetación más joven que la que hay en la parte superior. Los geólogos e investigadores estiman que la ola pudo alcanzar los 524 metros de altura.

Arrasando una bahía completa

El lugar relativamente cerrado que es la bahía Lituya no ayudó a mermar la catástrofe. Al ser un espacio de agua rodeado por tierra la ola arrasó en todo su esplendor con todo lo que tenía cerca, así mismo, le permitió ser más alta al tener un espacio menor en los laterales. Fue tan grande que arrasó con las tierras colindantes y finalmente salió hacia el Golfo de Alaska.

La mayor área de asentamiento en ese momento era Yakutat, una zona que sufrió daños relativamente moderados teniendo en cuenta la escala del terremoto y el tamaño de la ola. Se sabe que murieron un total de tres personas a kilómetros de la bahía, en la isla de Yakutat debido a que parte acabo enterrada en el mar. Volviendo a la bahía en sí, dos personas en un barco pesquero acabaron arrastrados también.

Historia

Bahía Lituya puede considerarse como un paraíso terrenal. Esta entrada de mar está localizada en la zona sur de Alaska, cuenta con parajes maravillosos en donde se mezcla el océano con bosques de abetos y las montañas nevadas de fondo. Paradisíaco.

La calma y tranquilidad que trae el lugar hace imposible pensar que allí se desarrolló el tsunami más temible de la historia, en el cual murieron 39 personas y resultó destruida una gran cantidad de árboles nativos, que estaban localizados en la parte inferior de las montañas, más cercano del mar.

El megatsunami estuvo precedido por un terremoto de magnitud 7.9 grados Richter y XI (Extremo) en la escala de Mercalli, estando su epicentro en la cordillera Fairweather, ubicada a 21 kilómetros de la bahía.

De acuerdo a The International Journal of The Tsunami Society, sólo dos minutos después se desprendieron cerca de 30 millones de metros cúbicos de tierra y rocas desde el glaciar Lituya, los cuales cayeron directamente hacia el mar.

De acuerdo a la National Geografic, esto produjo la formación de una imponente columna de agua que llegó a los 523 metros de altura, que se desplazó a 200 kilómetros por horas desde el fondo de la bahía hasta su inicio, destruyendo bosques de la orilla y quitando la vida a las personas que a esa hora estaban en barcos pesqueros.

El mar avanzó cientos de metros desde la línea costera hacia los bosques, devastando la flora y vegetación que eran muy comunes en la zona.

Sin ir más lejos, las imágenes aéreas que se tomaron de Bahía Lituya el día después de la tragedia demuestran el daño que generó la ola hacia los bosques. Hoy en día, al mirar fotos, incluso es muy fácil observar la diferencia de tonalidades entre la vegetación que creció después del terremoto (nueva) y la que ha estado allí por siglos.

Los registros oficiales indican que todos los muertos en ese entonces fueron pescadores que en ese momento se encontraban trabajando en el centro de la bahía y no tuvieron tiempo de escapar.

Sin embargo, ese día hubo dos personas que lograron concretar esta hazaña. Se trata de Howard y su hijo Sonny Ulrich, que en ese entonces sólo tenía ocho años. En el momento del terremoto ambos estaban durmiendo al interior del barco llamado Edrie.

En una entrevista que ambos dieron a la BBC en la década de los 90, Howard recordó que vio cómo el fiordo de Lituya caía en el mar, por lo que pudo prever lo que dos minutos más tarde estaría frente a ellos.

De acuerdo a lo que recordó en ese momento, al darse cuenta de la amenaza el pescador giró su bote en dirección al “monstruoso muro de agua”, suponiendo que sólo había posibilidad de sobrevivir si lo tomaban en su proceso de formación, antes que reventara sobre las montañas y roqueríos.

“Me moví todo lo rápido que pude, maldiciéndome a mí mismo por no moverme antes. Arrojé un chaleco salvavidas alrededor de mi hijo de ocho años y encendí el motor. Intenté levantar el ancla, pero no se movía. Las rocas del suelo de la bahía se habían movido atascando el ancla. No tenía otra opción, así que invertí la cadena del ancla y luego giré el bote hacia la ola”, comentó.

“Aquel muro de agua levantó el arco del Edrie al aire, la cadena del ancla se rompió, cogí la radio y grité con todas mis fuerzas: ‘Mayday! ¡May Day! Este es el Edrie en Lituya Bay. Estamos en el infierno”, agregó.

Howard aseveró además que, “como si fuera un milagro”, la ola los llevó hasta el centro de la bahía y, lejos de desestabilizar el barco, este quedó prácticamente en la misma posición de inicio.

“Momentos después, la ola llegó a nosotros. Empujó el bote al aire arrojándolo en dirección a la franja de tierra que se extendía a través de la mayor parte de la apertura de la bahía de Lituya. No se puede describir, pasamos por encima de los árboles y mirábamos hacia abajo y veíamos las rocas, tan grandes como una casa. Estábamos muy por encima de todo eso. Parecía que estábamos en una lata y alguien la estaba sacudiendo”, concluyó.