El imputado como «partícipe secundario» por el presunto femicidio brindó, en su segunda declaración indagatoria, información clave que tuvo como resultado los últimos rastrillajes que realizaron las y los investigadores.
El testimonio de Gustavo Obregón, uno de los siete detenidos por el caso de Cecilia Strzyzowski, la joven de 28 años supuestamente asesinada en la ciudad chaqueña de Resistencia, fue una de las claves que llevó a los investigadores a hallar los restos óseos que, según se presume, pueden ser la víctima y, en su relato, admitió que, si bien «todos actuaban normales», lo que estaba haciendo a él «le pesaba mucho».
Se trata de la segunda declaración indagatoria que el secretario y asistente de Emerenciano Sena y su esposa Marcela Acuña (ambos también detenidos en el hecho) realizó ante el Equipo Fiscal Especial (EFE) que derivó el 22 de junio último en los rastrillajes que terminaron con el hallazgo de restos óseos y del dije con forma de cruz calcinado que pertenecía a Cecilia.
«Agarramos la pala y las bolsitas, nos vamos caminando en frente de la virgen, donde se incineró el bulto. Ahí llegamos, yo le abro las bolsas a César (Sena) y él comienza a cargar las dos bolsas, con la pala, juntando las cenizas desde el medio de la quema. Cuando se cargaban las bolsas, en ningún momento vi huesos grandes, pero sí podía observar que había huesos chiquititos», aseguró el acusado en su indagatoria, a la que tuvo acceso Télam.
En su descargo, el hombre dijo que el 2 de junio, último día en el que se la vio a Cecilia viva, recordó que en el Campo Rossi de la localidad de Puerto Tirol – perteneciente a Emerenciano Sena- entre las 20 y 21 estaba con el hijo de la pareja «frente a la grutita», mientras «el cuerpo se estaba incinerando». Hasta allí habían llegado juntos, a bordo de una camioneta Toyota Hilux de César Sena, y él se quedó como «campana en la oscuridad» para evitar que se acercara Gustavo Melgarejo, casero del campo, quien también está detenido por el caso.
Obregón contó a los investigadores que César Sena manipulaba dos teléfonos celulares mientras se incineraban los restos: «Ahí no hay nada de luz, estaba todo oscuro, solamente se veía la luz del fuego y de los celulares. Él (César) estaba parado entre la camioneta y el fuego», sostuvo Obregón. El imputado como «partícipe secundario» del homicidio agravado agregó que «después de que César quemara eso», le «hablaba tranquilo» e inclusive le dijo de ir a «jugar un pool».
«Estaba tranquilo. Yo estaba asustado, tenía miedo, tenía respeto y todo junto, y por eso en el momento no salí hablar ni nada. Era yo contra todo el mundo, porque todos en el barrio decían que César era inocente, inclusive no solo la gente del barrio, también gente de otro entorno. Yo por eso no hice ninguna denuncia ni declaración en ese momento», se excusó Obregón.
El domingo 4 de junio afirmó que en el Campo Rossi hubo un almuerzo, donde prepararon «chorizos con los compañeros», pero dijo que «el día importante» fue el martes 6 de junio cuando alrededor de las 6 de la mañana fue a una obra en construcción en el barrio Emerenciano y cerca del mediodía César llegó y le dijo: «Gusti, cuando terminás de hacer tus cosas pasame a buscar por casa para ir al campo».
Pasadas las 13 fue con su Citroën C4 gris a Santa María de Oro 1460, casa de la familia Sena, lugar donde se cree que ocurrió el femicidio, y César hijo subió al vehículo para dirigirse al campo, previo paso por un supermercado para comprar «bolsas de consorcio».
Tras ello, ambos tomaron la ruta 16 y en la rotonda agarraron por la ruta 11 hasta casi el kilómetro 1017, donde ingresaron por la entrada que lleva al campo aproximadamente a las 14.30. Según el relato, allí le pidieron a Melgarejo una «pala ancha» y fueron hasta el lugar donde habían «incinerado el bulto», próximo al santuario de la Virgen.
«Ahí llegamos, yo le abro las bolsas a César y él comienza a cargar las dos bolsas, con la pala, juntando las cenizas desde el medio de la quema. Cuando se cargaban las bolsas, en ningún momento vi huesos grandes, pero si podía observar que había huesos chiquititos», señaló. Luego, subieron al auto y agarraron el camino que lleva hacia la curva y antes de la curva estacionaron.
«Bajamos con las bolsitas, cada uno llevaba una bolsa, y bajamos por un camino, que es como un sendero, que está al costado izquierdo al Campo Rossi, que baja hacia al río (Tragadero)», indicó Obregón, quien agregó que al llegar al río «César desata una y larga todo el contenido de la bolsita, en el límite del agua y la costa, y después con la otra bolsita, lo mismo». Horas después, los fiscales llevaron a Obregón hasta el lugar y el mismo imputado fue quien marcó el lugar donde finalmente se hallaron restos óseos que mañana serán analizados por un equipo forense de Córdoba.
Alrededor de las 20 de ese mismo 6 de junio, Sena hijo lo llamó para que lo pasara a buscar, tras lo cual fueron hasta la casa de Santa María de Oro, donde César salió «con un bolso o valija y una mochila». «Vamos al barrio», le encomendó el joven de 19 años y en la última calle del barrio Emerenciano «César se bajó y ahí en la banquina bajó la mochila y la valija y ahí nomás prendió fuego con un encendedor, bien al lado del cordón».
«Habrá tardado cinco minutos aproximadamente en agarrar el fuego, se ve que era todo ropa, pero ni esperamos que agarre completamente, cuando vio César que estaba prendiendo más o menos me dijo ‘vamos'», recordó sobre el lugar en el que finalmente fueron encontrados los elementos de Cecilia que también fueron reconocidos en su mayoría por Gloria. Por último, Obregón afirmó que después de esa situación «todos actuaban normales».
«Nadie me comentó nada, nadie me dijo nada, nadie me preguntó nada, todos hacían vida normal. Yo siempre nervioso y asustado con todo esto, y era el único que estaba así porque todos decían que César era inocente, pero a mí me pesaba y me pesa todo esto que habíamos hecho, sabiendo lo que habíamos hecho», concluyó.