Nació un 20 de enero de hace 100 años (1922), en Macachín, La Pampa, Eugenio Molodezky. Sus padres Bernardo y Juana Alperín (de Bielorrusia o Ucrania según el mapa que se mire), se trasladaron al Chaco en 1924, estableciéndose en Colonia Necochea, cerca de Las Breñas, junto a sus hermanos Berta, Benjamín, Moises, Fanny y Pascual.
Parte de la familia trabajó en el campo, capitaneado por Aron Weschler, esposo de Berta y otro grupo se instaló en Las Breñas para dedicarse a la panadería, donde nació la legendaria “La Europea”.
La familia de laburantes siempre luchó por los derechos de los explotados, pequeños productores, siendo en la década del 30 perseguidos, encarcelados y algunos torturados, testimonio que dejaron abuelos y tíos, con grandes represiones a quienes luchaban por los precios del algodón y la tenencia de la tierra. Con la presión de las multinacionales que ya se llevaban la riqueza en este caso del Chaco.
En 1941 Eugenio hizo el servicio militar en Mercedes, Corrientes, y a su regreso se instaló con sus hermanos que ya habían montado una panadería en Barranqueras. En 1945 alquilaron el local de calle Obligado 676 de Resistencia (ex Espiga de Oro que se trasladó a su moderno local).
En 1947 se casó con Sofía Goldberg y de esa unión llegan Fito, Jorge, Luis y Gloria. Eugenio y Sofía con su hermana y cuñado llevaron adelante su emprendimiento, que como decía Eugenio, “no te vas a hacer rico, pero vas a vivir”.
Comprometido con la sociedad, fue presidente del Centro de Industriales Panaderos del Chaco, integrante de la Cámara de Comercio, presidente de la Cooperadora de la Escuela 383 donde iban sus hijos, colaborador de la Escuela 33 donde estudiaban los otros, integró la delegación de nuestra provincia que entrevistó al presidente Frondizi cuando el Chaco estaba desesperado por energía eléctrica. Fue uno de los fundadores de la Cooperativa Popular de Créditos y viviendas del Chaco y del Centro Hebraica Chaco.
En el golpe de estado de 1976, sus hijos Jorge Fernando y Luis Darío fueron detenidos, y el cimbronazo hizo un efecto irreversible en su cerebro, desatándose el Mal del Parkinson con solo 54 años. Nunca más fue el mismo. Dificultades de todo tipo que provoca esa cruel enfermedad.
Nadie sabe cuándo se le hubiese desatado, porque quizás ya estaba en su cuerpo, aunque los médicos aseguran que generalmente se da después de los 65. Ya nada fue igual, quería trabajar y no podía. Sentía vergüenza de los efectos visuales que provoca la enfermedad. La mente seguía siendo brillante pero su movimientos lentos y antojadizos. La sonrisa se convirtió en rigidez. Ya no podía disfrutar de los nietos que fueron llegando.
En el tiempo ya no podía masticar para comer, así que era todo líquido o picado. En diciembre del ’92 un pedacito de alimento al no manejar los movimientos mientras comía, se fue a las vías respiratorias, provocándole una infección generalizada, que lo llevó a la muerte el 2 de enero 1993.
Fue una víctima invisible de los asesinos de esa dictadura cívico militar. Fue un laburante como los millones de argentinos.
En fin, en Eugenio mi homenaje a toda la familia, que nos dejaron un legado de lucha, paz y trabajo.
Por Roli Pérez Beveraggi