Fósiles y restos arqueológicos: la historia que yace bajo el suelo chaqueño, en riesgo de perderse

La provincia del Chaco alberga un valioso patrimonio paleontológico y arqueológico que enfrenta una situación crítica debido a la falta de políticas de preservación y rescate. Así lo expresó en diálogo con DataChaco Oscar González, exdirector del Museo de Charata, institución que hoy cuenta con uno de los registros más importantes de la provincia.

Días atrás se descubrieron restos fósiles de un gliptodonte en la zona rural de San Bernardo . Los fósiles pertenecerían a un ejemplar extinto de la especie Sclerocalyptus, una variedad de armadillo gigante de la familia Glyptodontidae, que habitó las llanuras de América hace millones de años.

El descubrimiento se produjo durante actividades rurales en la región, y los fósiles hallados podrían aportar información sobre la biodiversidad que existió en el continente durante la Era Terciaria y la Cuaternaria. Según los paleontólogos, los Sclerocalyptus habitaron desde el período Plioceno hasta el Holoceno y convivieron incluso con los primeros pobladores humanos de América.

En ese contexto, González advirtió que la provincia carece de un plan sistemático para el rescate y la conservación de estos restos, lo cual pone en riesgo una herencia de incalculable valor científico y cultural.

«La situación del patrimonio de fósiles y restos arqueológicos en la provincia es extremadamente crítica», señaló, explicando que, sin políticas de rescate, muchos hallazgos importantes se están perdiendo día a día.

«Un hallazgo es muy importante porque no nos da solo el dato de qué especie de animal era, sino un montón de información por la profundidad en la que se encontraba», agregó, refiriéndose a detalles como la fauna extinta de la época y posibles rastros de interacciones con otros animales.

Sin embargo, González lamentó que en la provincia «no hay una política de rescate» y que la comisión de patrimonio «prácticamente es obsoleta» en este sentido. La falta de capacitación y recursos hace que los hallazgos se desperdicien o queden expuestos a daños irreparables.

En áreas como San Bernardo, por ejemplo, el experto explicó que los fósiles de animales de gran tamaño se hallaron a cinco metros de profundidad, una característica que «implica restos muy antiguos».

Y es que la profundidad a la que se encuentran restos fósiles puede dar pistas sobre su antigüedad, pero no es un indicador definitivo de su edad. En el caso de restos fósiles a cinco metros de profundidad en una región como el Chaco, probablemente se trate de fósiles pertenecientes a la megafauna del Pleistoceno, como gliptodontes, perezosos gigantes y otras especies que vivieron hace entre 10.000 y 2 millones de años aproximadamente.

Restos de Smilodon, también conocido como tigre dientes de sable, en el museo de Charata.
Sin embargo, para confirmar su edad precisa, es necesario hacer estudios de datación específicos, como el carbono-14 o el potasio-argón, dependiendo del tipo de fósil y el contexto geológico en el que se encontró. La provincia no cuenta con este tipo de estudios disponibles para certificar la edad de los restos fósiles.

González, quien trabajó arduamente en la conservación de estos materiales, recalcó la importancia de una adecuada extracción: «Rescaté un gliptodonte prácticamente completo que está en el museo de Charata y me tomó 15 días. Los restos fósiles llevan un tratamiento muy delicado, ya que al encontrarlos pueden tener la textura de un alfajor de maizena», describió, aludiendo a su fragilidad.

Los restos fósiles del gliptodonte rescatados por González.
A pesar de los esfuerzos del museo y de un equipo que González formó, la carencia de un fondo específico y de programas de formación en el área limita las posibilidades de preservación.

Además del valioso patrimonio paleontológico, el Chaco alberga numerosos restos arqueológicos que documentan la presencia humana desde tiempos tempranos en la región.

«En la parte oeste de la provincia hemos geolocalizado muchísimos sitios arqueológicos donde se hicieron muestreos o pozos de sondeo. Ese material se encuentra en el museo e hicimos datar algunos sitios y algunos nos han dado una edad de más o menos mil años», explicó González, destacando la antigüedad de las ocupaciones en la provincia.

Piezas de cerámica que forman parte del patrimonio del museo de Charata.
A pesar de que en algunos congresos se ha afirmado que la zona no era apta para el asentamiento humano, González sostiene que «los indicios del hombre no se los encuentra porque no se los busca».

La región sudoeste del Chaco conserva materiales significativos, desde los grupos agroalfareros que llegaron de la zona de Santiago del Estero hasta los cazadores recolectores que transitaban de sur a norte. Sin embargo, la expansión de la frontera agropecuaria ha destruido numerosos sitios.

«Hoy con una siembra moderna hace que no haya mucha remoción y estos sitios mantengan el material como para algún día hacer los trabajos», mencionó González, aunque también lamentó la falta de acceso a campos privados para continuar las investigaciones y armar un mapa exhaustivo de la ocupación de la provincia.

Entre los materiales recuperados, la cerámica resulta clave para interpretar las capacidades y el estilo de vida de estos antiguos habitantes. «El estudio de la arqueología en la llanura chaqueña se basa en la cerámica para poder diferenciar las capacidades que tenían las vasijas, las decoraciones, la pintura», detalló González, quien también mencionó la presencia de indicios de textiles y elementos de hilado que reflejan una continuidad con las técnicas de hilandería en fibras vegetales que aún hoy mantienen algunos pueblos originarios en el Chaco.

A pesar de la riqueza del material arqueológico, González concluyó que el Chaco «está por conocer todavía» su historia antigua y exhortó a formar un equipo de investigación profesional que permita explorar a fondo el pasado de la provincia y, con ello, enriquecer el patrimonio cultural para las generaciones futuras.