Durante su reciente gira papal, el pontífice encontró en la presidenta eslovaca Zuzana Caputova una nueva y fiable aliada en el «corazón de Europa» para hacer frente a los líderes populistas de derecha continentales que reivindican sus raíces cristianas para promover discursos contra migrantes, homosexuales y minorías.
En su reciente gira de cuatro días por Budapest y Eslovaquia en la que criticó la «instrumentalización de la religión», el papa Francisco encontró en la presidenta eslovaca Zuzana Caputova una nueva y fiable aliada en el «corazón de Europa» para hacer frente a los líderes populistas de derecha continentales que reivindican sus raíces cristianas para promover discursos contra migrantes, homosexuales y minorías.
Con cuatro días en Eslovaquia y menos de siete horas en Budapest, un viaje jamás presentado como el Vaticano a Hungría sino solo a su capital, el pontífice dejó claro antes de partir su intención de apuntalar a la mandataria eslovaca y dejar en un segundo plano al premier húngaro Viktor Orban, el más claro ejemplo de los líderes europeos para los que el cristianismo deriva en un mensaje opuesto al que promueve Jorge Bergoglio.
Desde el «corazón de Europa», como se refirió a Eslovaquia, Francisco no ahorró en gestos hacia Caputova para que sean leídos en todo el denominado bloque de Visegrado, el grupo de países del este europeo tradicionalista y conservador que también integran Polonia, República Checa y Hungría.
Los mensajes de Francisco para ratificar sus posiciones opuestas a las de Orban y sus socios regionales fueron in crescendo durante la gira de cuatro días: pasó de reclamar una Hungría «abierta a todos» el domingo a Budapest a la crítica abierta a los líderes que usan el crucifijo «solo en el cuello y no en el corazón», en una referencia al uso extendido de la cruz entre el premier húngaro y sus aliados.
En ese marco, la gestualidad de las reuniones con Orban y Caputova también fue diametralmente opuesta. En Budapest, solo estuvo con Orban en una reunión de a seis personas en la que el premier húngaro «apenas añadió unos datos» a la conversación que el Papa tenía con el presidente, según reconoció Bergoglio en la conferencia de prensa de regreso del viaje.
En Eslovaquia, en cambio, el Papa tuvo una extensa reunión bilateral con Caputova a primera hora del lunes y agregó además dos encuentros de menor duración, a solas, en la sala VIP del aeropuerto de Bratislava al llegar y al irse del país. El Vaticano incluso se encargó de difundir en redes sociales una emotiva foto del Papa consolando el miércoles a la mandataria apenas conocida la noticia de la muerte de su padre.
Si bien durante la gira de cuatro días y 12 discursos Francisco solo pronunció la palabra «migrantes» en su reunión con obispos húngaros del domingo, las referencias elípticas a uno de los principales ejes de sus disputas con el grupo de Gobiernos conservadores estuvieron presentes a lo largo de todo el viaje.
En Eslovaquia el Papa tuvo una extensa reunión bilateral con Caputova
En suelo húngaro pidió que el país se abra «hacia todos» y destacó sea una nación «multicultural», mientras que desde Eslovaquia pidió que los países no se aíslen, llamó a un cristianismo «abierto al diálogo y a la solidaridad», y rechazó los «estereotipos discriminatorios».
En el marco del lanzamiento de su alianza con Caputova, convertida en 2019 en la primera mujer en llegar a la Presidencia eslovaca, el Papa remarcó otros dos puntos que lo acercan a la mandataria eslovaca y lo distancian del bloque conservador que comanda Orban.
Por un lado, tanto en Budapest como en Eslovaquia, Francisco se reunió con las comunidades judías locales y convocó a «rechazar toda forma de antisemitismo», al que luego llamó «una moda fea que está regresando». Además de sus leyes antinmigración y contra los homosexuales, Orban también ha sido acusado por frases y discursos antisemitas.
Por otro lado, Francisco decidió viajar 300 kilómetros al este de Bratislava para visitar un asentamiento gitano, el mayor de Europa, en el que frente a más de 4.000 personas mostró uno de sus rostros con mayor alegría de todo el viaje. En febrero de 2020, Orban sufrió movilizaciones en todo el país por un paquete de leyes contra la comunidad gitana que impulsó como premier.
La gira de cuatro días mostró entonces no solo a un Papa con un nivel de recuperación extraordinario apenas dos meses después de la operación de colon a la que se sometió el 4 de julio pasado, sino que desde el plano político ofreció una nueva muestra del mapa de sus alianzas y preferencias a nivel europeo.
Con una posible nueva oleada de inmigrantes tras la retirada militar estadounidense de Afganistán, en el inicio de la era post-Merkel en Alemania y mientras la «agenda verde» toma mayor volumen y porcentaje de presupuesto dentro de Europa, la alianza con Caputova parece ser una señal de las líneas que el Papa imagina para el futuro inmediato del continente.