Titular en aquel polémico partido del 2009, el exarquero recordó el planchazo de Larrivey previo al 1-0, el arbitraje de Brazenas y volvió a masticar bronca. También se ilusionó con ver al Globo dar la vuelta olímpica el domingo en el Amalfitani.
Cuando caiga la noche del domingo, la Liga Profesional tendrá un nuevo campeón. Las miradas del fútbol argentino estarán clavadas en Córdoba, donde el escolta Talleres recibirá a Newell’s, y también en Liniers, como hace 15 años. Vélez y Huracán, líder y tercero, se cruzarán esta última fecha en el José Amalfitani. Un partido que ya empezó a levantar la polvareda y alimentar el morbo por sucedido en aquella definición del Clausura 2009.
Gastón Monzón todavía siente el frío y la lluvia de aquella tarde del 5 de julio. Recuerda todo con lujo de detalle, como si hubiera ocurrido el fin de semana pasado. Fue el arquero titular de aquel equipo de Ángel Cappa que salía de memoria y practicaba un fútbol ambicioso y desenfrenado: el de juntar pases, siempre con la cancha hacia adelante, y romper líneas con una gambeta o una estocada certera. Un “Tiki Tiki” que provocaba que hinchas de otros clubes gastaran sus últimos pesos en una entrada para verlo de cerca en el Tomás Adolfo Ducó.
También fue protagonista de una de las jugadas más polémicas y debatidas de los últimos tiempos en el fútbol argentino. A siete minutos del final, con la historia 0-0, resultado que le permitía al Globo mantener el punto de ventaja sobre el Fortín y dar la vuelta olímpica luego de 36 años, Hernán Rodrigo López peinó un bombazo frontal de Nicolás Otamendi a orillas del área grande y dejó mano a mano a Joaquín Larrivey.
El delantero, que había debutado en 2004 justamente en Parque Patricios, controló largo, se tiró con las dos piernas para adelante y se llevó puesto a Monzón. A 15 metros de la acción y tapado por varios jugadores, el árbitro Gabriel Brazenas no cobró falta y la pelota le terminó quedando a Maximiliano Morález. Con el arquero desparramado, solo tuvo que cruzar su derechazo y estampar el 1-0.
Un gol polémico que significó el título de Vélez e hizo estallar de rabia a todo Huracán, en especial a Ángel Cappa, a quien costó serenar en el corralito. “Desde ese día hasta hoy, siempre pienso en ese partido. El hincha te lo hace saber. Es algo triste, pero va a quedar para toda mi vida”, confiesa Monzón en tycsports.com.
Hasta ese punto de quiebre, el N°1 venía siendo imbatible. Tenía el buzo verde y el jogging embarrados por haberle atajado un penal en el primer tiempo al Rorro López y descolgado varios centros resbaladizos. A los 37 minutos del complemento, cuando Larrivey intentó puntearle la pelota en el área chica, también achicó velozmente, aunque sufrió la embestida y su arco quedó vacío, a merced de Frasquito.
Incontables fueron las veces que pasaron –y siguen pasando- la repetición del 1-0 de Vélez por TV. Al momento de reconstruir la jugada, Monzón respira tranquilo: jura haber hecho todo lo que estaba a su alcance, más allá de los reproches y las chicanas que llegaron con el diario del lunes. No tenía forma de embolsar esa pelota ni fuerzas para ponerse de pie. “Yo sentí el planchazo. No especulé nada, fue una jugada rápida, con lluvia –asegura-. Sentí el impacto en mi pierna y en ese momento, en esos segundos, no pensé en la falta. Me pegó e hice un giro de 180°. La pelota quedó ahí y Moralez definió”.
Apenas besó el pasto húmedo del Amalfitani levantó la mano, en claro pedido de infracción y asistencia médica. El árbitro hizo otra seña, la del “siga, siga”, y el resto es historia conocida. Tenía apenas 22 años en aquella jornada, el candor del que recién está empezando e igual sabía en la antesala del partido que la designación de Brazenas generaba suspicacias. “Uno siempre quiso pensar en positivo, pero ya tenía algunos antecedentes… Quedó a la vista de todos lo que hizo. Nunca me lo crucé después de ese momento”, dice.
Hoy, en tiempos de VAR y revisiones microscópicas –aunque solo en algunos casos, los que realmente convienen-, el gol no hubiese valido. “Protestás en esa jugada, la revisan y queda más que obvio, como también en el gol anulado (a Eduardo Domínguez, ya que el offside era de Paolo Goltz). Y la de (Carlos) Arano que va con la plancha también es penal. Ahí la historia hubiese estado 1-1. Con el empate nosotros teníamos el título”, recuerda. Y, de a poco, empieza a masticar bronca.
Huracán, que durante toda la campaña había vapuleado a sus rivales con un juego al ras del piso, fue un manojo de nervios en los últimos instantes en Liniers. Volcado completamente en ataque, dejó huecos en defensa, que obligaron a Monzón a taparle dos mano a mano a Larrivey, y metió pelotazos en busca de un milagro que no llegó. El Vélez de Ricardo Gareca se coronó y festejó con su gente.
El vestuario visitante fue una olla a presión. No hubo silencio ni jugadores cabizbajos, sí insultos con destinatarios claros, entre ellos Brazenas, y ganas de sacarse la bronca a golpes de puño. “Estábamos con mucha impotencia. Cuando salimos nos estaban esperando para cargarnos. Una lástima que se haya dado de esa manera. Vélez fue un tremendo equipo, pero no se merecía terminar así. Ese partido podía haber sido para cualquiera, pero siempre en buena ley. Hubiese dicho lo mismo si pasaba al revés”, reflexiona el hoy ex arquero, retirado en Dock Sud en 2021 pero siempre ligado al fútbol como colaborador en cuerpos técnicos.
El que le hizo sonar el teléfono poco después del escándalo fue un prócer velezano y uno de sus máximos ídolos de la infancia: “En ese momento me habló (José Luis) Chilavert. Lo cruzaba seguido porque era mi vecino. Mi viejo me llevaba a verlo de chico, era el número 1. Después del partido me dijo que fue ‘una lástima’. También otras cosas, pero quedan para mí. Tenía cariño conmigo, más siendo arquero”.
Las vueltas del fútbol hicieron que Vélez y Huracán se enfrenten en la última fecha del torneo en el Amalfitani, ambos con serias chances de ser campeón. En línea con Cappa, con quien se mensajea de vez en cuando, Monzón lo ve como un guiño del destino, pero de su boca no saldrá jamás la palabra “revancha”.
“No hay que tomarlo así. El otro fue un partido muy polémico que se va a recordar toda la vida y este es diferente. Sí va a tener un gustito especial y ojalá se le pueda dar a Huracán”, cruza los dedos. Y confía en que los dirigidos por Frank Darío Kudelka puedan dar la vuelta olímpica que a él se le negó hace 15 años: “El equipo va a jugar más liberado porque es el que menos tiene para perder. Lo que tenía que hacer ya lo hizo en el Ducó. Vélez es complicado, va a jugar con su gente, pero tengo mucha fe”.