Si bien no fue confirmado por ningún organismo europeo, aseguran que el ejército ruso habría utilizado este tipo de armamento. Un convenio internacional considera su uso como un crimen de guerra.
El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania no solo deja historias por contar, el avance diario de uno sobre otro o las repercusiones que hay en todo el planeta, sino que también permite conocer qué tipo de armas se están utilizando en esta región de Europa oriental.
Más allá de los ataques continuos que se vienen registrando en redes sociales y medios de comunicación, se cree que Rusia habría empleado bombas de racimo, lo que implicaría el uso de armamento prohibido y, por ende, un crimen de guerra.
En cuanto a este armamento, su principal característica es que posee un dispositivo que, al liberarse, esparce muchas bombas de menor dimensión. Estos explosivos, al no contar con un mecanismo de guía preciso, pueden impactar en una zona demasiado amplia.
Mientras el artefacto original cae, las aletas de su parte inferior empiezan a girar y a abrirse a distintas alturas. La combinación entre la velocidad de giro (hay hasta 6 distintas) y las altitudes (entre 1.000 u 90 metros) establece el área que cubren las submuniciones.
Bombas de racimo: escaso margen de error
Además, tienen un margen de error extremadamente alto -5%-, por lo que muchas de las municiones pueden no detonarse y, como sucede con las minas, hacerlo mucho tiempo después. Asimismo, su poder explosivo es capaz de perforar vehículos blindados.
“Suelen explotar en el aire y envían docenas, incluso cientos, de pequeñas bombas sobre un área del tamaño de un campo de fútbol. A menudo no explotan en el impacto inicial, dejando restos que actúan como minas terrestres”, detalló la ONG Human Rights Watch.
Por su parte, una fuente militar explicó al DailyMail que “el BM-21 Grad es un sistema de cohetes de lanzamiento múltiple que se utiliza para la ‘negación de área’, lanzando bombas de racimo en un área concentrada”. “Se emplea principalmente contra las tropas enemigas antes de una ofensiva. Usado contra civiles, no solo es un crimen de guerra, sino que tiene un único objetivo: sembrar el terror y la alarma entre la población”, añadió.
Por todas estas razones es que los daños pueden ser totalmente indiscriminados y, en consecuencia, su utilización fue prohibida a través de la Convención sobre Municiones en Racimo, que se firmó el 1 de agosto de 2010, con colaboración de la sociedad civil y las organizaciones internacionales. Hasta ahora, 110 países se comprometieron a cumplirla, no obstante, vale aclarar que en ese convenio internacional no figura la adhesión de Rusia ni Ucrania.