Hoy nos invade el dolor, pero también el orgullo. Nos despedimos de un hombre que no solo vistió el uniforme con honor, sino que llevó en su corazón el compromiso más puro: el amor por su familia.
Tu última acción fue la mayor muestra de sacrificio, la prueba irrefutable de que un padre es capaz de todo por su hijo. Entregaste tu vida para salvar la suya, y en ese acto nos dejaste una enseñanza que jamás olvidaremos: el verdadero heroísmo no necesita reconocimiento, solo nace del amor.
Hoy las sirenas suenan en tu honor, las lágrimas caen por ti, y el cielo recibe a un valiente. Aquí, en la tierra, tu ausencia duele, pero tu legado vivirá por siempre en quienes te amaron y en aquellos que seguirán tu ejemplo.
Descansa en paz, héroe sin capa, protector incansable, padre ejemplar. Tu historia no termina aquí, porque en cada vida que tocaste, seguirás vivo.
Honor y gloria a quien supo amar hasta el último aliento.
