Angulo marcó el 1 a 0; el Rojo enfrentará a Huracán, por un lugar en la final
La estruendosa silbatina con lo que los hinchas de Boca despidieron a sus jugadores como corolario de otro largo y tortuoso semestre le agregó una cuota de épica al celebradísimo triunfo de Independiente en la Bombonera, donde el Rojo llevaba 13 años sin lograr una victoria. El buen equipo de Julio Vaccari se regaló la alegría del año al eliminar al Xeneize en los cuartos de final del Apertura y buscará el pasaje a la final ante Huracán, el próximo sábado en el Libertadores de América. Boca fue más en el primer tiempo, no aprovechó sus momentos y terminó insultado por sus hinchas, que cantaron otra vez contra la dirigencia y desataron una nueva tormenta interna a menos de un mes del Mundial de Clubes, con Juan Román Riquelme en la mira y el 80% de los futbolistas reprobados.

Pero el infierno, para el Rojo, estuvo encantador. Porque el equipo supo pasar el sofocón del inicio, porque se plantó de igual a igual en el complemento y porque confirmó su buen presente en el torneo con un triunfo de esos que quedan para la historia. Independiente lo ganó a lo Boca. Le cortó el invicto de 16 partidos sin caídas en casa y dejó la Bombonera en llamas.
Boca había arrancado mejor. Por la instancia, por el rival, por contexto, podría decirse que jugó los mejores 15 minutos de los últimos tiempos. Manejó más y mejor la pelota, asfixió a Independiente en la salida, ganó casi todas los duelos individuales y fue claro y punzante en ataque. Con un Milton Delgado en altísimo nivel, que se cansó de recuperar pelotas en el medio y darle siempre destino segur, Boca creció desde la posesión, la movilidad de sus volantes y la solvencia de sus zagueros para obligar a Giménez, único delantero del Rojo, a jugar permanentemente de espaldas y alejado del área de Marchesin.
El equipo contagió como nunca y levantó a una Bombonera que también jugaría su partido. Solo le faltó el gol al equipo de Mariano Herrón, que tuvo tres claritas con Miguel Merentiel (incluido un gol anulado por offside) y contó con una situación increíble desperdiciada por Carlos Palacios, que solo con el arco vacío remató por encima del travesaño del arco. El chileno el más flojo de un Xeneize parejo: no encontró nunca su lugar en la cancha y fue el jugador que más balones perdió durante el tiempo que estuvo en cancha: siete.
Independiente, en cambio, fue de menor a mayor. De entrada respetó demasiado a Boca y eligió defender en su campo, con dos líneas de cuatro cerquita del arco de Rey y una sola referencia de área que se movía, en realidad, por todo el frente de ataque. Dependió en ese primer tramo de alguna pincelada de Luciano Cabral, el enganche que fue compañero de Riquelme en Argentinos y que manejó los hilos del Rojo y fue el más claro con la pelota en los pies. Ganó y perdió con Ayrton Costa, pero en el balance terminó siendo un punto alto del conjunto de Vaccari.
Boca bajó la intensidad en el cierre del primer tiempo y permitió que el Rojo se adelantara unos metros en el campo y comenzara a encontrar espacios a espaldas de los laterales. Boca respondió con bochazos largos que perforaban el área como dagas, aprovechando cierto exceso de confianza de parte de los zagueros de Independiente. Fue así como Merentiel llegó a quedar mano a mano con Rey en la última jugada del primer tiempo, que no terminó en gol gracias a los brillantes reflejos del arquero.
Herrón movió rápido el banco y reforzó el ataque en el inicio del complemento. Giménez, el de Boca, no estaba para 90 minutos. Cavani, que ingresó por el exBanfield, tampoco. Y decidió entonces darles un tiempo a cada 9. Herrera, que llevaba casi dos meses de inactividad, entró para hacer circular la pelota en el medio, pero se notó falto de ritmo y aportó más barullo a un Boca por momentos descontrolado.
Para colmo, no terminaron de acomodarse los cambios que Independiente ya se había puesto 1 a 0. Merentiel se dejó anticipar por Angulo en la puerta del área de Boca; el colombiano, que venía con el envión, se metió al área con pelota dominada y tras un lindo amague ante Costa definió con un bombazo por encima de la cabeza de Marchesin. Fue el principio del final.
El “movete, Xeneize, movete” siguió con silbidos para Kevin Zenón cuando el exUnión dejaba el campo de juego y lo mismo sucedió con Palacios. Boca, con tres puntos, llegó menos que con dos. Abusó de los pelotazos, de los centros, de los remates desde fuera del área. Pero nada le resultó. Fue tal el caos en el final que Marchesin fue dos veces al área en busca de un cabezazo milagroso.
Independiente armó su propia fiesta en la Bombonera y mandó a Boca otra vez al psicólogo. Un golpe sobre la mesa para pensar y soñar en grande.