SICARIOS. Buscan a las víctimas por pedido, a cambio de grandes sumas o por “propinas”.
Los sucesos sangrientos, demenciales e impactantes que tuvieron lugar en los últimos días volvieron a instalar en el territorio policial la temible existencia de sicarios en nuestro país. La cual, consideran los expertos, es embrionaria, pero que en un muy corto plazo se convertirá en realidad, gracias al crecimiento exacerbado del narcotráfico, con epicentro en Rosario. Un horizonte preocupante en el que asoma una cultura asesina, con raíces en Colombia y Centroamérica.
Los homicidios de Roberto Gegundez, en Castelar, el pasado lunes, y de José Quispe Álvarez, a la salida de un hotel alojamiento en Ezpeleta, el último martes, fueron adjudicados inmediatamente a sicarios. En principio, porque en ambos episodios los investigadores descartaron el móvil de robo y los vincularon a ajustes de cuentas o, como suele expresarse en la jerga policial, fue “un vuelto” por haberse apropiado de un bien que no les correspondía.
La rapidez con la que actuaron los asesinos y que lo hicieran sin dejar rastros son dos de las características propias del sicariato. Una modalidad criminal cuyas primeras manifestaciones remiten a los tiempos de la antigua Roma, en la cual los homicidas empleaban una sica, un arma con forma de daga, y que tuvo su epicentro en Colombia, y en la actualidad en Centroamérica. En base a detalles brindados por especialistas, los sicarios son psicópatas que no sienten el más mínimo reparo en quitarle la vida a su víctima.
En este sentido, Jorge Vidal, analista en inteligencia delictual y especialista en lucha contra el narcotráfico, remarcó que “a la palabra sicario se la asocia con el narcotráfico; es un asesino a sueldo para escarmentar, dejar un mensaje o matar a quien tiene un problema con aquel que contrata a ese criminal”. A su vez, reveló que “el sicariato se puede llevar a cabo en una moto, viajando el homicida detrás del conductor, razón por la que se lo llama ‘parrillero’. Por eso en Colombia se prohibió a dos personas en dichos rodados hasta 2016”.
En cuanto al empleo de armas, Vidal señaló que los criminales, en este tipo de sucesos, recurren a “ametralladoras o pistolas, por su facilidad de manejo en ambientes cerrados, por su tamaño, que permite su fácil manipulación, y por su poder de fuego”.
Por su parte, Alejandro Cassaglia, experto en terrorismo y crimen organizado, agregó, en forma minuciosa, que “la pistola se usa cuando el blanco es individual, y si el ataque es contra un grupo de personas, entonces el homicida ataca con una ametralladora, porque necesita un fuego alto”.
En tanto, “el arma blanca se emplea con la intención de hacer sufrir a la víctima, e incluso para que suministre información, antes de ser asesinado”, precisó Cassaglia. Estas propiedades mencionadas todavía no se divisan en quienes llevan a cabo hechos sangrientos en nuestro país, que pueden enmarcarse en el ámbito del sicariato. Los propios expertos sostienen que quienes actúan como tales no son criminales profesionales, sino delincuentes irrelevantes, en la jerga denominados “fisuras”, que por decenas de miles de pesos, e incluso droga, llevan adelante el trabajo homicida.
Al respecto, Cassaglia cristalizó que “los jefes del crimen organizado piensan como empresarios, por eso prefieren no perder a un experto en un objetivo menor, y contratan a menores de edad, los famosos ‘soldaditos’, que son cuasi sicarios.
En Rosario, por ejemplo, el clan Canteros les paga 20 dólares diarios a estos soldaditos. Pero hacen crímenes ordinarios, como asesinar a alguien por una deuda”. Este recurso, ultrautilizado en Centroamérica, representa, para el mencionado especialista en terrorismo y crimen organizado, una raíz de esta manifestación asesina en nuestro país. Un factor al que se le añade la creciente presencia de criminales extranjeros.
En este sentido, el avezado en materia criminológica enfatizó que “estamos lejos, por ejemplo, de México, aunque vamos camino a eso; si seguimos así como hasta ahora, en cinco años llegaremos al mismo nivel”. En la misma sintonía, Jorge Vidal resaltó que “cuando la cultura de narcos se siga metiendo más en el país, más frecuentes serán los hechos de sicariato, porque los narcos van ganado terreno.
Para ellos se trata de un “servicio”
Tan lejos ha llegado el alcance de los sicarios que en nuestras últimas ediciones informamos que un hombre fue condenado a 4 años de prisión por formar parte de una asociación ilícita conducida desde la cárcel por un preso apodado “Chucky Monedita”, que administraba búnkeres y ofrecía “servicios de sicariato” para otros grupos criminales. Mediante un juicio abreviado, la Justicia local condenó a Diego Fernando Romero a esa pena por “asociación ilícita en carácter de miembro, agravado por participación de menor de edad”.
Rosario está peor que Medellín
Este período naciente del sicariato argentino se desarrolla, principalmente, en Rosario, por su puerto, vía de fuga de la droga. En comparación con una ciudad con historia criminal como Medellin, que por estos días registra 15 homicidios cada 100.000 personas, en Rosario tienen lugar 22 asesinatos. Pero, los especialistas coinciden en que la ciudad santafesina no es el único punto en el se proliferan los asesinos a sueldo. Uno de ellos aseguró que “también en Bahía Blanca han encontrado cargamentos abandonados; va a suceder un efecto contagio”.