El candidato a gobernador por Juntos por el Cambio tardó sólo dos bloques del debate preelectoral en violar no sólo los reglamentos del debate, sino los más elementales principios de respeto por el prójimo: para sostener una chicana se metió directamente con la madre fallecida del gobernador Jorge Capitanich.
La agresión activó la inmediata respuesta del mandatario, que calificó como “deleznable” la embestida sin precedentes. “Atacar a mi madre muerta es lo peor que se puede hacer” se limitó a decir Capitanich con la voz quebrada. Incluso los moderadores del debate se mostraron visiblemente consternados.
Leandro Zdero mostró su verdadero semblante, y es el semblante del odio, la soberbia y el no tener la capacidad de escuchar a quien piensa distinto. Y lo que es peor: era un ataque premeditado, ensayado ya que llevó un recorte impreso. Sabía que llegado el caso, cuando no tuviese otra salida, debía disparar para intentar desestabilizar emocionalmente a Capitanich.
Esta no es la política que debe promoverse. El odio nunca es el camino. Y nos preguntamos. ¿qué hará cuando no le guste lo que plantee un médico?, ¿un docente?, ¿un empleado público?, ¿un empresario privado?, ¿atacará con las mismas actitudes violentas a quienes piensen distinto a él?.