Hoy hubiera cumplido 85 años Jorge Antonio Cafrune Herrera, “El Turco”, como se lo apodaba. Nació en Perico, Jujuy, el 8 de agosto de 1937 y murió muy joven en un accidente de tránsito cuando marchaba a caballo a Yapeyú, Corrientes, para depositar un cofre con tierra de Bolougne Sur Mer en homenaje a San Martín, el 31 de enero de 1978.
Su cercanía con la gente, su canción siempre ligada a la cuestión social, lo transformaron rápidamente en “el cantor del pueblo”.
Fue talentoso y generoso. Fue él quien presentó por primera vez a una ignota Mercedes Sosa en el escenario de Cosquín en 1965. Una jovencísima cantante tucumana subió al Atahualpa Yupanqui solo con su bombo y cantó «Canción del derrumbe indio», de Fernando Figueredo Iramain. El resto es historia. Pero fue Jorge Cafrune quien confió en “La negra” y la invitó al escenario más importante del folclore corriendo el riesgo de un reto o apercibimiento por parte de la comisión organizadora del festival.
En esos años, Cafrune, ya era toda una estrella, estaba en pleno auge y era parte lo que se conoció como “el tiempo dorado del folclore”. Cafrune fue, sin dudas, una de sus máximas figuras, representó desde el comienzo a las clases oprimidas. Fue el cantor social más importante de esos años. Se vestía con ropas gauchas y su infaltable sombrero de boca ancha. Figura imponente y voz profunda.
Cantor del alba
El «Turco» tomó clases de guitarra con Nicolás Lamadrid mientras cursaba sus estudios secundarios. En Salta conoció a a Luis Alberto Valdez, Tomás Campos y Gilberto Vaca, con quienes conformó su primer grupo, «Las Voces del Huayra». En 1957 grabó su primer disco pero la convocatoria al servicio militar alteró aquel plan.
A su regreso impulsó el nacimiento de «Los cantores del Alba» acompañado por Tomás Campos, Gilberto Vaca y Javier Pantaleón, pero poco después decidió continuar en formato solista.
Padrino de Mercedes Sosa
Por sugerencia de Jaime Dávalos recaló, en 1962, en el Festival de Cosquín. A pesar de haberse presentado fuera del programa oficial, la inmediata adhesión del público lo convirtió en «revelación».
Consolidó rápidamente una estrecha relación con el Festival. En ese ámbito se convirtió en el padrino de Mercedes Sosa, la tucumana que transformó la evolución del folclore de aquellos años.
La anécdota es conocida y el registro de audio se conserva y está disponible en YouTube. Subió al escenario y dijo: «Yo me voy a atrever, porque es un atrevimiento lo que voy a hacer ahora, y voy a recibir un tirón de orejas de la Comisión (por la comisión municipal organizadora del festival), pero qué le vamos a hacer, siempre he sido así, galopeador contra el viento. Les voy a ofrecer el canto de una mujer purísima, que no ha tenido oportunidad de darlo y que, como les digo, aunque se arme bronca, les voy a dejar con ustedes a una tucumana: Mercedes Sosa.»
Mercedes subió al escenario y cantó «Canción del derrumbe indio», de Fernando Figueredo Iramain, acompañada solo por su bombo. El público estalló en aplausos.
La década del 70
Su carrera continuó hilvanando éxitos. En los 70 se radicó en España, donde tuvo un notable suceso. Retornó al país en 1977 cuando falleció su padre mientras otros artistas se mantenían en el exilio a raíz de la dictadura militar. En aquel tiempo, Cafrune, reconocido por su cercanía con el peronismo, fue objetivo de la amenaza y la censura.
La madrugada del 31 de enero de 1978, cuando marchaba a caballo rumbo a Yapeyú para depositar un cofre con tierra de Bolougne Sur Mer en homenaje al general José de San Martín, fue atropellado por una camioneta a la altura de Benavídez. Quedó demasiadas horas tirado en la ruta con las costillas incrustadas en los pulmones, y al día siguiente falleció.
Tenía 40 años. El hecho nunca fue esclarecido. Algunos creyeron ver en su muerte una reacción por haber cantado, días antes, «El orejano» y «Zamba de mi esperanza» -canciones prohibidas por la dictadura militar, en el Festival de Cosquín.
Cuatro hijas de su primer matrimonio -la cantante Yamila es la mayor- y dos hijos del segundo -que concretó con una española- componen la familia del hombre que desde 1972 alternaba su estadía entre Europa y la Argentina. Su voz, que evocó el drama del gaucho perseguido, los caudillos federales y los versos del «Martín Fierro», se apropió, por derecho propio, de un espacio en la memoria musical argentina