El Loco, ídolo absoluto de Huracán, tuvo problemas con el alcohol durante su carrera y hasta llegó a jugar ebrio, aunque no le impidió convertirle al Millonario en el Monumental.
Lo apodaron Loco, con justa razón, pero era él quien sacaba de sus cabales a todos los rivales que enfrentaba. René Orlando Houseman, ídolo absoluto de Huracán, campeón del Mundial de Argentina 1978 con la Selección y de la Copa Libertadores con Independiente, y para muchos uno de los mejores de la historia del país, se crió y vivió siempre en la villa de Bajo Belgrano, sufrió durante varios años la adicción al alcohol y hasta llegó a jugar borracho contra River, cuando le anotó un gol al Pato Fillol.
Si bien nació un día como hoy, el 19 de julio de 1953, en La Banda, Santiago del Estero, desde muy pequeño su familia se mudó e instaló en el Bajo Belgrano. Fue fanático de Excursionistas, su carrera como futbolista comenzó en su clásico rival: en 1971 tuvo su estreno como profesional en Defensores de Belgrano, en la Primera B. Tras un descenso a la tercera categoría, el Loco se ganó un lugar como titular y logró el título de la Primera C en 1972. Para el año siguiente, llamó la atención de Huracán y comenzó un amor para toda la vida.
El 4 de marzo de 1973, Houseman debutó en Primera División con la camiseta del Globo y bajo las órdenes de César Luis Menotti. «Es una especie de mezcla entre Maradona y Garrincha», lo definió alguna vez el Flaco. Junto a figuras como Miguel Brindisi, Alfio Basile, Roque Avallay, Carlos Babington y Omar Larrosa, entre otros, conformaron el gran equipo del elenco de Parque Patricios que se consagró campeón del Metropolitano de 1973. Su primer ciclo en Huracán se extendió hasta 1980, estuvo seis meses en River y volvió un semestre al Globo antes de tener su experiencia en el exterior, primero en Colo Colo de Chile y más tarde en AmaZulu de Sudáfrica. Para 1983 regresó al Globo y en 1984 pasó a Independiente, donde fue campeón de la Copa Libertadores y se retiró en 1985 en Excursionistas, el club de sus amores.
Desde muy joven, Houseman se vio rodeado por el alcohol: su padre tenía problemas con la bebida que lo llevaron a la demencia. A una temporada edad, el Loco entró en ese vicio. «A los 19 años ya agarré el vicio de la botella. Me bebía cualquier cosa. Pronto empecé desde la mañana hasta la noche. Bebía para encontrarme bien, porque si no temblaba», expresó en una entrevista con Panenka.
Los que lo conocen dicen que se escapaba de las concentraciones para ir a tomar con sus amigos, pero regresaba siempre a tiempo para jugar los partidos. Sin embargo, hubo una vez que llegó pasado de copas, aunque eso no le impidió convertirle un gol a River. Fue el 6 de noviembre de 1977, en el Monumental, donde Huracán perdió 2-1 con el Millonario pero René le pudo convertir al Pato Fillol.
«Me fui a la madrugada de la concentración al cumpleaños de mi hijo y volví borracho a las 11 de la mañana. ¿Y qué querés? Había baile y a mí me encantaba. Cuando aparecí los dirigentes no querían que jugara, pero yo les dije: ‘Esperen que me duermo una siesta y después vemos’. Me dormí dos horitas, salí a la cancha, metí el gol, pedí el cambio y me fui a dormir. No daba más. Perdimos 2-1», contó en una entrevista con La Nación. «Llegué, me tomé 200 termos de café, me dieron 40 baños de agua fría hasta que me recuperé, no del todo. Jugué. Tenía un aliento que ponía en pedo a todo River. Entré, hice el gol y salí. A Fillol le hice el gol», completó.
Pese a la confirmación del propio Houseman, Osvaldo Ardiles, que jugó en el Globo entre 1974 y 1978, lo negó. «Es falso, si hubiese ido borracho me hubiera dado cuenta. Yo lo llevaba y lo traía a los partidos. No jugó jamás bebido», aseguró. «Estaba al mismo nivel que Maradona, pero nunca quiso más. Esa mentalidad formaba parte de su personalidad», agregó.
Sus problemas con el alcohol siguieron hasta que tuvo un accidente con su hija en 1993 que lo hizo poner fin a su adicción. «Cuando dejé el fútbol, mi vida sólo estaba dedicada a esa porquería que es el alcohol pero no había montado nunca ningún número hasta esa fecha. Ese día, me caí con mi hija en brazos y casi la atropella un autobús. Mentalmente, aquello me hizo cambiar. Hice que me internaran y pasé 22 días en el hospital. Después de aquello, ni una gota más», declaró.