Personas con discapacidad destacadas en los medios, el deporte, la música y la política conversaron sobre la manera en que son percibidas, sobre los ámbitos que les resultan más hostiles para desenvolverse y sobre las deudas pendientes de la sociedad con esta comunidad, en vísperas del Día Internacional de las Personas con Discapacidad.
Una periodista, una deportista, un cantante y un político
Para la periodista de la TV Pública y activista Verónica González Bonet, «ser una persona con discapacidad todavía es experimentar barreras diversas», destacándose por sobre todo las «actitudinales» que demuestran que «todavía la discapacidad no se considera parte de la diversidad humana».
«De lo contrario no hablaríamos que el 80% (de las personas con discapacidad) no tiene empleo o que quienes sí tienen trabajo no pueden alcanzar su máximo potencial, producto de los prejuicios y de que todavía los que no tienen discapacidad se arrogan la posibilidad de decir lo que podemos o no», dijo.
Por su parte, la deportista paralímpica Constanza «Coty» Garrone, aseguró que la discapacidad es para ella «una identidad política que asumo con orgullo y elijo como una forma de reivindicar nuestros derechos vulnerados».
A su turno, el cantante Nahuel Pennisi cuestionó la carga negativa que tiene todavía hoy la palabra «discapacidad» porque pone el foco en «algo que no tenemos» para referirse a alguien en su integralidad, cuando «es algo normal que la gente tenga algunas cosas y le falten otras».
Otra palabra a problematizar es, para la tenismesista, la de «inclusión» porque «alude a hacer partícipe a un grupo que estaba excluido dentro de un sistema ya establecido» que es «por naturaleza excluyente».
En tanto, el exdiputado y actual director de Estrategias Inclusivas del Ministerio de Transporte, Jorge Rivas, apuntó que «la idea de ‘discapacidad’ no debe hacer que olvidemos, la diversidad de las personas que la tienen», de la que devienen diferentes necesidades y demandas.
«Más allá de los derechos consagrados en la legislación vigente, las condiciones reales de vida, la pobreza, la falta de acceso a la educación, los prejuicios establecidos, hacen muchas veces de esos derechos, una positiva pero insuficiente declaración de principios. Tal como lo entendemos, solo la justicia social plena puede hacer que las buenas leyes generen auténticos cambios», dijo este funcionario que en 2007 sufrió un violento asalto que le dejó como secuela las discapacidades múltiples que lo obligan a usar silla de ruedas y comunicarse a través de una computadora.
En ese sentido, Garrone hizo referencia a que «cuando en una persona conviven más de una categoría de exclusión, la realidad cambia» y la opresión es más profunda, como en el caso de las mujeres con discapacidad que «nos discriminan también por ser mujeres».
Y esta interseccionalidad «debe ser considerada y visibilizada» desde los activismos y contemplada en las políticas públicas.
Al ser consultada sobre los prejuicios más difíciles de derribar, González apuntó a aquellos que impiden el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos como así también a los laborales y educativos.
«Todavía se cree que somos personas improductivas, asexuadas, niñas eternas que no podemos cuidar. También se sigue asociando la discapacidad a una patología y cuesta mucho la inclusión laboral o educativa, donde la principal barrera es el argumento que ‘no estamos preparados’, cuando en realidad se trata de pensar en qué herramientas tenemos, y aplicarlas también a las personas con discapacidad», dijo esta referente de REDI.
«Las familias tampoco están preparadas para tener un niño o niña con discapacidad y las personas con discapacidad tampoco estamos preparadas para remar en dulce de leche todos los días para ejercer nuestro derechos», agregó.
En tanto, Garrone se apuntó que «se sigue creyendo que el único ámbito donde pertenecemos es en el de la rehabilitación», u hospitalario o doméstico porque el enfoque predominante sigue siendo «el médico o biologicista», lo que «lo que dificulta nuestra participación social porque los lugares de encuentro comunes no están adaptados».
En cuanto al trato diferencial que se activa en los interlocutores cuando advierten que se trata de una persona con discapacidad, todes tienen algo para decir.
«Ahora que soy conocido, me pasa que la gente quiere sacarse foto y se la pide al que está lado mío, lo que no tiene ningún sentido porque yo escucho. Pasa que la gente está acostumbrada a que el primer contacto es visual y al no tenerlo, no sabe cómo desenvolverse», dijo Pennisi, quien actuará el próximo 10 de diciembre en el Teatro Ópera.
En ese sentido, la gente muchas veces «sobreactúa la inclusión» o «se acerca con dudas y miedos» ; lo «les impide disfrutar del encuentro porque están en otro lugar, muy pendientes» de lo que creen que tienen que decir o hacer.
En su caso, por ejemplo, nota que la gente hace un esfuerzo por no utilizar los verbos «ver» o «mirar» que reducen a su sentido literal «complicándose sin sentido».
A su turno Garrone aseguró que lo que se activa en muchas personas cuando perciben a alguien con discapacidad es «condescendencia, inferioridad, lástima, paternalismo, asistencialismo y dependencia».
«Es difícil que la sociedad no perciba primero la discapacidad y eso actúa como una barrera, como si fueran unos anteojos cargados con estereotipos y prejuicios», dijo.
Respecto a los ámbitos más hostiles para las personas con discapacidad el mercado laboral y el sistema educativo fueron los más mencionados y las estadísticas ilustran bien el problema: actualmente, 10 de cada 100 personas con discapacidad económicamente activas se encuentra desocupada, el 43% de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad solo concurre a escuelas especiales y apenas el 39.8% termina la educación obligatoria.
Para González, la escuela especial debiera ser considerada un apoyo -no un sustituto- y «funcionar dentro de la escuela común» para garantizarle a las personas con discapacidad «espacios compartidos de socialización»
Respecto al cumplimiento del cupo laboral del 4% que debería reservarse a las personas con discapacidad en todo el estado nacional en virtud de una norma de 1981, la periodista aseguró que «su cumplimiento está debajo del 1%» y el porcentaje establecido «nunca se alcanzó».
«También la vía pública es muy hostil y violenta, porque a la falta de accesibilidad se le suma lo actitudinal de tapar las rampas, por ejemplo. Nos toca muchas veces tener que andar por la calle porque por las veredas son inaccesibles, lo cual es altamente peligroso», dijo Garrone.
Y si bien las perspectivas de cambio son positivas, el proceso es demasiado lento.
«La sociedad fue cambiando, pero nosotros no podemos esperar in eternun para ejercer nuestros derechos. Es urgente que podamos hacerlo, porque mientras hay chicos que pierden años de escuela o de desarrollo o mujeres que pierden la posibilidad de elegir si quieren ser madres, por ejemplo, y eso es irrecuperable», concluyó González.