Gloria Estela Martínez Galeano, de 32 años, caminaba ayer por la tarde por Dean Funes al 2.000, en Parque Patricios. A metros de ella, sentado sobre un escalón en la puerta de una casa, en esa misma calle, se encontraba su ex pareja: Juan Domingo (48), el hermano de Maximiliano “Chanchi” Estévez, ex jugador de Racing. Estaba junto a un amigo de remera amarilla. Hacía ellos fue la mujer.
En una mano por detrás de su cintura, Galeano ocultaba un cuchillo. Mientras la mujer se acercaba a la dupla de amigos, Juan Domingo parecía estar picando marihuana, concentrado, y mirando hacía sus manos. El otro joven, por su parte, estaba distraído y observaba la calle, como quedó registrado en las cámaras de seguridad de la zona que captaron el momento.
Cuando Galeano llegó a donde estaban los amigos, de imprevisto, apuñaló dos veces a Juan Domingo a la altura del pecho. En ese momento, sorprendido, la víctima se paró y discutieron, se gritaron. El hermano de “Chanchi”, aún con vida y con una mancha de sangre sobre su remera celeste, le llegó a lanzar una piedra a su agresora, pero no le impactó: ella escapaba hacia la esquina opuesta. Pocas horas después, el hombre murió debido a las heridas.
Así, Galeano fue detenida esta madrugada en la habitación donde vivía desde principio de este año, a ocho cuadras de donde asesinó a Juan Domingo, en Chiclana al 3.300, en el barrio de Boedo.
Cuando los agentes de la Policía de la Ciudad ingresaron al domicilio para arrestarla, la escena volvía evidente cómo era la vida de Galeano. En el lugar, los detectives hallaron dos cuchillos tipo Tramontina, uno con la hoja más larga de lo común, una cuchilla y una cuarta arma blanca del tipo de caza: todos tenían manchas de sangre.
De acuerdo a los investigadores, la mujer estaba sumergida en el submundo marginal de la zona Sur de la Ciudad de Buenos Aires, una historia de vulnerabilidad. Cambios de domicilio constantes, adicción a las drogas, compra y venta de productos robados para conseguir más sustancias, distintas parejas a las que llegaba para buscar una cierta protección y que luego, muchas veces, se transformaban en su peor pesadilla.
Galeano llegó a la habitación de Chiclana al 3.300 a principio de 2021, cuando comenzó una relación, según vecinos los vecinos de la zona, con el dueño de la gomería ubicada debajo de la pensión donde vivía. “No es del barrio, llegó hace poco, pero acá siempre la veíamos dando vueltas, siempre fisurada”, relató a Infobae la dueña de un kiosco de la zona.
“Compraba siempre lo mismo. Venía pasada y se llevaba cerveza, cigarrillos y pedía carga para el celular”, continuó la mujer, que prefirió no dar su nombre. “Empezó a venir a principio de año. Pero aparecía y desaparecía”, concluyó.
Infobae se acercó a la gomería para intentar hablar con la supuesta pareja de Galeano, el gomero, un hombre de más de 50 años a simple vista, calvo, con tics nerviosos constantes. Indicó que no quería hablar porque no quería comprometerse con la causa penal en trámite por el crimen de Juan Domingo. Mientras tanto, otros vecinos sí hablaron.
“Mirá, hace dos meses vino el gomero éste y un día me vendió un celular a 49 lucas, se lo compré. Estaba desesperado. Al otro día, volvió con otro celular al mismo precio. Ese no se lo compré. Pero era obvio, la mina al parecer los choreaba y éste se lo compraba para darle guita y después los revendía al precio que podía. La verdad, yo le di una mano esa vuelta porque me cae bien, pero siempre me pareció raro el tema. Mucha droga, viste”, relató un hombre de la zona, quien también prefirió mantener el anonimato, para “no meterse en quilombos”.
Al menos según registros consultados, Gloria Martínez no tiene condenas en primera o segunda instancia en los últimos siete años en la Ciudad.
“Llamé a la Policía hace pocos meses por el bardo que hacía esa mujer. Era impresionante. Te digo la verdad, siempre creí que al gomero lo iba a terminar matando. Mucha violencia, gritos, drogas. Demasiado. Cuando se la llevaron detenida no me sorprendió”, aseguró otra vecina, que también eligió no dar su nombre.
Sin embargo, el derrotero de Galeano no comenzó en esa habitación de Chiclana al 3.300. La mujer es madre de una nena de tres años. De acuerdo a fuentes del caso, contaba con un botón antipático porque había realizado denuncias por violencia de género contra el padre de la menor. Tras separarse, comenzó a deambular por distintas paradas de adictos.
Una de esas paradas, según aparece en datos oficiales, es una casa tomada en Misiones al 200, en Balvanera. Ahora, en esa residencia, nadie quiere hablar de Galeano. “No sé, nunca la oí nombrar”, dicen con mirada sospechosa, detrás de una cortina que se mueve con el viento.
Así, en las últimas horas, el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°7, a cargo de Martín Carlos Del Viso, la acusó por el homicidio del hermano del futbolista y fue trasladada a un calabozo. Por el momento, el móvil del crimen es materia de investigación. La principal sospecha es que Juan Domingo y Galeano fueron pareja y algo ocurrió cuando la relación se rompió que derivó en el asesinato.
Galeano carga con un pasado rodeado de violencia y marginalidad. Sus experiencias, quizá, la llevaron a actuar de esa manera fría y rígida; una venganza, tal vez. Hasta ahora, lo único que se conoce es que ella lo apuñaló y asesinó a plena luz del día en el barrio porteño de Parque Patricios. Las cámaras de seguridad son la prueba de ello. El resto, aún, es un misterio.