Yanina quedó pegada a unos cables de tensión cercanos al techo de la empresa donde estaba trabajando, en Cipolletti, Neuquén.
Yanina Benítez Guerrero, de 33 años recibió una descarga eléctrica de 13 mil voltios que fue un antes y un después en su vida.
«Recuerdo haber estado rasqueteando la pared con un extensor de 2,5 metros de largo, al que le agregué una espátula. Rasqueteaba la pared más normal del mundo, y de repente ya no recuerdo más nada», dijo Yanina, en diálogo con LMCipolletti.
Yanina quedó pegada a unos cables de tensión cercanos al techo de la empresa donde estaba trabajando, en Cipolletti, Neuquén.
«Un chico que escuchó la explosión, comenzó a gritar. Mi hermano subió corriendo hasta el techo, tiró la escalera de madera donde estaba apoyada y yo caí al piso. Así me desprendió de la electricidad, cuando ya me estaba prendiendo fuego, y tenía la cara quemada y el pantalón», contó.
«Yo estaba muerta, sin signos vitales. Mi hermano me revivió. No sé cuánto tiempo estuvo haciéndome reanimación. Para él fueron horas. Pero insistió hasta que pudo hacerme volver a la vida, y acá estoy», relató al diario neuquino.
«Ahora estoy como puedo. Desde que salí del hospital trato de ponerle ganas todos los días, pero es difícil. Me amputaron los dos brazos y perdí parte de la nariz. En el muslo derecho tengo un injerto, de punta a punta, porque por ahí salió la electricidad», reveló. El injerto se lo pudieron hacer con piel de la pierna izquierda.
Además de la hermana que vive con ella, también la cuida su pareja Luján, su hermana del corazón Silvia y su cuñada Ximena. «Ellas fueron las cuatro que estuvieron al pie del cañón curándome todas las heridas», mencionó.