La estatua La Constitución, un soberano bloque de mármol de carrara esculpido por el artista italiano Leoni Tomassi, es una de las puertas de entrada a la ciudad de las esculturas. La grave mujer de gorro frigio con el dedo índice de la diestra en alto, tiene una curiosa historia.
Había un escultor y arquitecto italiano, Leoni Tomassi, a quien Juan Domingo Perón admiraba. A principios de la década del ’50 el mandatario trajo al célebre Tomassi a Buenos Aires para desarrollar fastuosos proyectos. Por caso, las estatuas decorativas de la Fundación Eva Perón, el monumento al descamisado y el mausoleo de Eva.
La Fundación Eva Perón fue construida sobre la avenida Paseo Colón 850. De estilo dórico y monumentalista, el palacio tiene cinco pisos, dos subsuelos, planta y escalinata de acceso. En su frontispicio estaban colocadas una serie de esculturas que, con la revolución libertadora, fueron quitadas, algunas destruidas y otras desaparecidas. En 1956, el edificio fue destinado a la Facultad de Ingeniería.
Dos de aquellas estatuas, donadas por el Ejército Argentino llegaron al Chaco en 1962. Una, es el San Martín ubicado en el ingreso al Aeropuerto Internacional Resistencia y la otra La Constitución, en Villa Monona, donde se unen Resistencia y Barranqueras. Dos imponentes obras de la estética peronista.
Sobre La Constitución, la picardía popular le ha puesto el mote de “La patona”. Pero debe entenderse que el tamaño de los pies se debe a una cuestión de perspectiva visual, habida cuenta que originalmente estaba colocada a gran altura. La robusta mujer -también se la ha llamado “La Madre Patria”- que sostiene la Constitución Nacional, fue paisaje onírico cuando la inundación de 1966 llegó hasta Villa Monona y podía verse la estatua solitaria posada en un espejo de agua sin bordes.
Tomassi tuvo importantes proyectos en la Argentina, aunque muchos quedaron truncos. El Congreso Nacional dispuso erigir una estatua “que inmortalizará al Descamisado” (Ley N° 12.876/46), ubicada en un terreno de Palermo, sobre la avenida Libertador. Eva Perón estaba entusiasmada con el monumento al descamisado, su vocera, la diputada Celina Rodríguez de Martínez Paiva, dijo ante el Congreso: “La obra debe servir para que los peronistas se entusiasmen y desahoguen sus emociones eternamente, aun cuando ninguno de nosotros esté vivo”. La maqueta original tuvo sus modificaciones: una estatua con la cabeza de Perón, de 60 metros de altura sobre un pedestal de 77 metros y rodeado por 16 figuras de 5 metros cada una –el Amor, la Justicia Social, el Niño, el Anciano, etcétera- perimetrando una plaza.
El mausoleo de Eva –que comenzó a pergeñarse al asumirse la enfermedad terminal que padecía– sería parte del monumento: se abriría a los pies del gigante. El 17 de julio de 1952, mientras Evita agonizaba, el Congreso Argentino aprobó la ley 14.124, autorizando la construcción de una capilla en la base del monumento dedicado al trabajador, donde descansarían sus restos mortales dentro de una caja de cristal cubierta con una tapa de plata. La tapa tendría la forma de Eva, como si estuviera dormida.
Detallaba el matutino La Nación: “El Monumento al Descamisado -Panteón en memoria de Eva Perón tendrá 137 metros de altura, con una figura central de 60 metros, otras 16 de 5 metros cada una y un basamento de 77 de alto. El conjunto arquitectónico será más alto que la basílica de San Pedro, medirá una vez y media la Estatua de la Libertad y tres veces el Cristo Redentor”.
El artista italiano fue comisionado para hacer las estatuas y Carlos Pallarols (el padre de Juan Carlos) recibió el encargo de hacer la capa de plata que cubriría la caja de cristal. El golpe del 55 echó por tierra el faraónico proyecto dinamitando el basamento que estaba siendo construido.
Tomassi tuvo una actividad escultórica profusa en Argentina pero gran parte de su obra fue destruida. Valga recordar aquellas rescatadas del riachuelo, enterradas en el río y previamente descabezadas: La Justicia Social -que no es otra que Eva sosteniendo el escudo partidario- y Los derechos del trabajador -un Perón tomando del hombro a un obrero (el único que conserva su cabeza)-. Estas obras se exhiben en la quinta de Vicente López.
Para quienes son curiosos del universo de la escultura y quieran ahondar en la estética del convidado, merece recordarse que en el jardín botánico de Buenos Aires se encuentran tres obras de una serie inspirada en la sinfonía Pastoral de Beethoven. Esta serie llegó repartida en tres tandas entre 1951y 1953; dos se hayan desaparecidas y tres pueden disfrutarse en el paseo botánico especialmente porque es “otro” Tomassi: sensual, curvo, tierno, de imponderable romanticismo.