El obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Vicente Ojea, criticó hoy «las manipulaciones ideológicas que tantas veces utilizan a los pobres para hacerlos invisibles» y exhortó a «trabajar al servicio de los más pobres de esta tierra» y responder «al clamor de los que claman por tierra, techo y trabajo».
El presidente del Episcopado consideró que «la Iglesia de este tiempo tiene que mirar hacia donde mira a Jesús y tiene que hacer visible lo invisible».
En su reflexión para el trigésimo domingo del tiempo durante el año, Ojea apeló al Evangelio de San Marcos, en el que Jesús aparece rodeado de una multitud saliendo de Jericó, y relató el caso del ciego al que el hijo de Dios incorpora cuando los otros lo querían apartar e invisibilizar.
«Al ir, aparentemente, terminando esta pandemia o siguiendo de otra manera, el Santo Padre ha tenido una reunión con los movimientos populares y allí han hecho una extraordinaria interpelación a los países poderosos, a los laboratorios, a los grupos financieros, a los medios de comunicación; en el fondo para detenerse ante la realidad de los que han sido más castigados por esta pandemia», señaló.
Añadió que «la Iglesia, mucho más allá de las manipulaciones ideológicas que tantas veces utilizan a los pobres para hacerlos invisibles, mucho más allá de todo esto, la Iglesia tiene que dirigir su mirada al clamor y al grito de los pobres porque allí está la mirada de Jesús».
«Simplemente la Iglesia tiene que ser fiel a su Evangelio, por eso tiene que acompañar al papa Francisco en esta respuesta al clamor de los que claman por tierra, techo y trabajo», sostuvo.
En su analogía con el Evangelio según San Marcos, Ojea recordó que cuando Jesús se desplazaba con la multitud «había un ciego al costado del camino que gritaba y querían hacerlo callar porque molestaba; de alguna manera no existía». «Este ciego pertenecía al paisaje habitual de la región y sin embargo parte de la multitud lo hace invisible, es como si no existiera, no podía gritar, era importante lo que decían ellos, lo que ellos le demandaban a Jesús, no lo que gritaba el ciego», detalló.
«Pensemos en el drama de la ceguera. No estar cerca ni de los colores ni de las formas y al mismo tiempo tener los ojos apagados hasta para ver la luminosidad de los ojos queridos; y el hecho de ser pobre, de estar al margen del camino y necesitado de pedir limosna, entonces sabe que va a pasar Jesús y le grita, clama a él con el título mesiánico: ‘Jesús hijo de David ten compasión de mí'», subrayó el prelado en su mensaje, informó la agencia AICA.
El obispo explicó que el ciego «esperaba en Jesús» e indicó que se ve la actitud de Jesús: «Él es el que escucha atravesando ese bosque de ruidos de palabras y de inconvenientes que querían hacer callar al ciego».
«Él se detiene y lo hace llamar y el ciego tirando aquello que tenía que era el manto, que era lo que tenía para recostarse, se acerca a Jesús y Jesús con una delicadeza extraordinaria, cuando uno espera que haga el milagro, le dice: ‘Qué quieres que haga por ti’. Le va a devolver su dignidad, lo hace para participar: ‘¿Qué es lo que vos querés?’. No le impone nada, no lo atropella. Le dice: ‘Señor que vea’, y finalmente lo incluye en el camino al ver a ese ciego que estaba al borde, al margen del camino, pobre, marginado y ciego, va a aparecer siguiendo a Jesús…participando».
Monseñor Ojea expresó finalmente: «Que el Señor nos conceda aprender a mirar; sacar todos los obstáculos que hagan invisible lo que debe ser visible, la realidad más inmediata y que nos dé luz para poder, al dirigir esa mirada, trabajar al servicio de los más pobres de esta tierra».
Fuente: Télam.