Peritos están analizando las imágenes que tomaron estado público esta semana, en las cuales se ve a la ex primera dama con lesiones en el rostro y otras partes de su cuerpo.
Como se sabe, la causa contra Alberto Fernández por violencia de género, acusado de «violencia física» y «terrorismo psicológico» contra su expareja, fue sorteada este viernes y quedó nuevamente en manos de Julián Ercolini, a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N°10.
El expediente 2539/2024, que había tenido su origen en el Juzgado Criminal y Correccional Federal N°11, que Ercolini subroga, fue sorteado y recayó en el juzgado de origen que encabeza el mismo magistrado.
En tanto, trascendió que en las próximas horas se buscará determinar si las fotos difundidas en los días previos, donde se ve a Fabiola Yáñez con moretones en el rostro y distintas partes del cuerpo, son reales.
El fiscal Carlos Rívolo como el juez Ercolini deben esclarecer ante todo si esas imágenes reflejan una realidad o son el resultado de manipulación. Para ello, los expertos analizarán la eventual presencia de posibles ediciones a través de programas de computación o inteligencia artificial; incluso, si pudiera ser obra de maquillaje.
También se investigarán los metadatos que las imágenes incluyen, información crucial como fecha, lugar y dispositivos con las cuales fueron tomadas, presuntamente por la propia víctima.
Una vez que las fotografías sean autenticadas y si es que ello ocurre, médicos legistas evaluarán el tipo de lesiones que la víctima presente, que en principio muestran distintos tiempos de evolución, lo que —a priori— complica la reconstrucción de los hechos y la secuencia espacio-temporal de la o las agresiones que pudo haber sufrido la ex primera dama.
En el marco del Artículo 92 del Código Penal y con el agravante de que lesiones pudieron efectuarse en el contexto de violencia de género, Fernández podría enfrentar cargos que van desde lesiones leves, con una pena de hasta dos años de prisión, hasta penas más graves si se considera que las heridas dejaron secuelas permanentes.