La mujer de Guillermo Vilas publicó una foto junto a él en Instagram: su deterioro físico es impactante

Guillermo Vilas, el mejor tenista que dio la Argentina y Latinoamérica, está radicado en Montecarlo desde hace muchos años y con serias dificultades de salud. Si bien no aparecía públicamente desde hace tiempo, su familia empezó a abrir la intimidad con diversos posteos en las redes sociales. Hace unos días su mujer, la tailandesa Phiang Phathu, publicó una foto del sexto cumpleaños de Guillermo Jr., el único hijo varón del Poeta.

El texto, breve, estaba acompañado por una foto conmovedora de Guillermito junto con su padre, que lucía una remera de Superman. En la imagen no se le veía el rostro al extenista de 70 años, pero sí su mano izquierda, la misma con la que empuñó la raqueta durante décadas y que lo convirtió en una figura fulgurante del circuito.

Sin embargo este lunes, Phiang Phathu publicó un nuevo posteo en donde se la observa en una escena junto con el campeón de cuatro torneos de Grand Slam, una secuencia que termina con un beso. La publicación en blanco y negro, que rápidamente acaparó likes, no viene acompañada por texto y permite ver el deterioro físico del ex tenista.

Phiang y Vilas se casaron por civil y religiosamente en mayo de 2016, dieciséis años después de haberse conocido -ya se habían casado una década antes, pero en el Consulado de Tailandia-. “Tuve muchísima suerte en conocerla”, dijo Vilas aquel día, con los ojos humedecidos tras una ceremonia íntima en la parroquia Nuestra Señora de las Mercedes, en el barrio de Belgrano.

El 17 de agosto del año pasado, Vilas cumplió 70 años. El ganador de 62 títulos inspiró a una generación que miraba de lejos a las figuras. “Nos hizo creer que los sueños eran posibles”, confesó, en un informe de LA NACION, el ecuatoriano Andrés Gómez, campeón de Roland Garros 1990, logro que lo convirtió en el primer latinoamericano ganador de un Grand Slam después de la era Vilas.

Su legado, más allá de cualquier capricho del ranking, lo hizo cruzar fronteras. Vilas despertó el fuego en la Argentina, pero también en la región. Fue un estímulo y un modelo a -intentar- seguir para una amplia generación de jugadores latinoamericanos que, en los 70 (y también los 80), observaba con distancia a las figuras europeas y estadounidenses.

La disciplina, la obsesión (tantas veces extrema) por el entrenamiento y el perfeccionamiento de los golpes, la planificación y las decisiones estratégicas fueron algunas de las características con las que Vilas construyó su mito en los courts. “Ninguno de los jugadores que tuve en mi vida tenía la disposición para entrenar que tuvo Vilas”, le confió a este diario, una tarde de junio de 2012, en París, Ion Tiriac, el hombre que transformó el tenis como coach, manager y promotor.

Andrés Gómez coincide con el rumano de bigote cóncavo. En la misma línea se posicionan otros destacados protagonistas del tenis sudamericano, inspirados por Vilas, como el paraguayo Víctor Pecci, el chileno Hans Gildemeister, el peruano Pablo Arraya, el uruguayo Diego Pérez y el brasileño Cassio Motta.

“Guillermo nos enseñó a trabajar. Cuando practicábamos en el BALTC, llegabas a las 7 de la mañana y él ya estaba desayunando yogur con frutas en la cancha. Yo muchas veces era uno de los siete u ocho jugadores que iban a entrenarse con él en el mismo día; pasábamos uno tras otro -sonríe Arraya, 29° del ranking en 1984-. Tenía una gran intensidad y no salía de la cancha hasta la noche. Fue un guía. En el torneo que estaba, tratábamos de pelotear con él. Siempre fue muy amable, nos marcó a todos. ¡Hasta el peinado le copiábamos! Era un Dios con piernas al que teníamos cerca”.