Aquella tarde de 1955 en Francia fallecieron 84 personas, entre ellas el piloto de Mercedes Benz Pierre Levegh.
El 11 de junio de 1955 Francia recibía una nueva carrera en el mítico circuito de Le Mans, pero nadie esperaba que aquella tarde murieran 83 personas. En la competición de resistencia más importante del mundo, con el argentino Juan Manuel Fangio que se salvó de milagro, se dio la tragedia más grande de la historia del automovilismo.
En la carrera había dos claros favoritos: el inglés Mike Hawthorn, corredor de Jaguar, y Juan Manuel Fangio, el argentino que con 44 años manejaba un Mercedes Benz. En las tribunas había más de 300 mil personas que se habían acercado a ver el espectáculo que año a año se realiza en la ciudad francesa. Ambos candidatos cumplieron con las expectativas impuestas de antemano y en los primeros 35 giros se intercambiaron la primera posición entre ellos, además de sacarle una vuelta entera al resto de los competidores.
El propio Hawthorn fue quien inició con las maniobras que terminaron en tragedia. Después de adelantar a su compatriota Lance Macklin, decidió frenar repentinamente para ingresar a boxes, lo que provocó la sorpresa de su perseguidor. Como acto reflejo, Macklin esquivó al Jaguar que frenó de repente, pero al girar a la izquierda para evitar el choque encerró a Pierre Levegh.
El piloto francés no tuvo tiempo ni si quiera de reaccionar, y su Mercedes Benz utilizó al Austin del inglés como rampa para salir catapultado hacía las gradas. Aunque no pudo evitar el movimiento que terminó en su propia muerte y la de 83 personas más, antes de de chocar le levantó la mano a Fangio, quien venía detrás, para indicarle que algo estaba pasando. Ese aviso de una de las víctimas de la tarde francesa fue lo que salvó al de Balcarce de sumarse al accidente.
El vuelo del Mercedes, con muchas piezas de aleación de magnesio -una mezcla de compuestos muy inflamable-, generó la muerte de 83 espectadores. Además, las llamas que se habían producido se alimentaban del agua que los bomberos le tiraban, lo que dificultó aún más la tarea de apagar el incendio. A pesar del desastre ocurrido, la carrera continuó su curso normal y Hawthorn terminó ganando.
En una decisión totalmente inentendible, aún cuando el cuerpo de Levegh había quedado adentro de la pista, la organización no suspendió el evento y decidió que lo mejor era terminar lo que había empezado. Ante los cuestionamientos de la gente, eligieron excusarse en que «la suspensión de la carrera hubiera dificultado la evacuación de los heridos, por la probable invasión de las vías de emergencia».