Llegó a ser ídolo en Boca en los ’80 y hoy pasa su vida en una cárcel mexicana

Su gran desempeño le permitió ganarse el cariño del pueblo Xeneize, pero su temperamento y violencia lo llevaron tras las rejas.

Los futbolistas pasan de ser héroes a villanos en un instante. Ser querido por lo hinchas es una tarea que lleva mucho tiempo y dedicación, pero pasar del amor al odio es fácil y cualquier decisión errónea puede desencadenar en el desencanto. Así vive el jugador especialmente en el fútbol argentino, donde todo es más pasional y agresivo.

Son muchos los jugadores que pasaron del amor al odio por una decisión, ya sea una trasferencia al equipo de toda la vida o una decisión dentro de la cancha no acertada. Aunque fuera de ella también pueden aparecer problemas, incluso más graves. Jorge Alberto Comes, con sacrificio y temperamento, se ganó los corazones de los hinchas de Boca, pero su impulsividad y agresividad lo llevaron tras las rejas.

La rompió en el Xeneize en la década del 80. Sus goles hipnóticos y su buen rendimiento ante River le permitió meterse en el corazón del pueblo boquense. En 1989 emigró a México, donde se convirtió en ídolo del Veracruz, pero fue noticia por su acusación por violencia de género que lo llevó a prisión.

Comas dio sus primeros pasos en Colón y luego llegó a Vélez, pero su gran salto fue en 1896, cuando recaló en Boca para formar un tridente ofensivo letal junto a Jorge Rinaldi y Alfredo Graciani.

Sus goles olímpicos y destacado rendimiento en el Xeneize no solo hizo que se ganará el cariño de los hinchas, sino que también le permitió emigrar a México, en 1989, para jugar en Veracruz.

Fue goleador en su primera temporada en el fútbol mexicano, pero quedó en el olvido por sus actos y comportamientos extra futbolísticos para marcaron su carrera para siempre.

De la gloria al abismo hay un segundo. Todo lo construido se puede derrumbar de inmediato, sin importar el sacrificio realizado. Comas fue acusado por violencia de género y lesiones contra vecinos.

La primera acusación pública describe como el exfutbolista le rompió los lentes y ejerció violencia física y verbal contra la victima. Debido a esta denuncia, Comas fue imputado y sentenciado con dos años de prisión preventiva.

Pero su incorrecto comportamiento lo llevó nuevamente a ser juzgado por la ley en 2012, cuando se peleó en un bar, y en 2016, luego de agresión en un restaurante. El talento innato quedó al margen debido a sus compartimientos, que atentaron contra su carrera, motivo por el cual su imagen se desvaneció poco a poco.