Las Fuerzas Armadas tomaron el poder en Sudán y declararon el estado de sitio tras disolver el Gobierno de transición y detener al primer ministro, pero miles de personas salieron a las calles para protestar contra un Golpe de Estado que amenaza el tortuoso avance del país africano hacia la democracia.
Fuerzas de seguridad abrieron fuego contra algunas de las manifestaciones, y tres personas murieron y otras 80 resultaron heridas, informó el sindicato Comité Central de Médicos de Sudán.
El golpe, condenado por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea (UE), llega más de dos años después de que protestas populares forzaran la renuncia del autocrático exlíder Omar al-Bashir tras 30 años en el cargo, y semanas antes de la prevista transferencia a los civiles del liderazgo del consejo que regía el país.
Horas después de que militares detuvieran por la madrugada al primer ministro Abdalla
Hamdok y a otros funcionarios, miles de personas tomaron las calles de la capital, Jartum, y de la vecina de Omdurman.
Los manifestantes cortaron calles y prendieron fuego neumáticos mientras la policía les arrojaba gases lacrimógenos, informó la agencia de noticias AFP.
Entre nubes de humo, se podía oír a los manifestantes cantar «¡El pueblo es más fuerte, más fuerte!», y «¡Rendirse no es opción!». Video subidos a redes sociales mostraban a grandes multitudes cruzar puentes sobre el río Nilo en dirección al centro de Jartum.
El jefe de las FFAA, general Abdel Fattah al Burhan, anunció por la TV estatal, tomada por los golpistas, la disolución del Gobierno y del Consejo Soberano, el cuerpo integrado por militares y civiles que se creó tras la caída de Al-Bashir para gobernar el país en su transición a la democracia.
Burhan dijo que la intervención se hizo necesaria por las continuas peleas entre los distintos sectores políticos, luego de varias semanas de tensiones por el curso y el ritmo de la transición de Sudán, un país de lengua y cultura árabes.
El general declaró el estado de sitio y dijo que las FFAA nombrarán un gobierno de tecnócratas hasta las elecciones, previstas para julio de 2023.
“Las Fuerzas Armadas continuarán completando la transición democrática hasta la entrega del liderazgo del país a un gobierno civil y electo», dijo.
Agregó que la Constitución será reescrita y que se creará un órgano legislativo con la participación de «hombres y mujeres jóvenes que hicieron esta revolución».
En Washington, la Casa Blanca dijo que Estados Unidos estaba «profundamente alarmado por los informes de una toma del poder por los militares» y exigió la inmediata liberación del primer ministro y los demás funcionarios detenidos.
El Gobierno del presidente Joe Biden decidió suspender una ayuda financiera de 700 millones de dólares a Sudán cuyo objetivo era apuntalar la transición, anunció el Departamento de Estado.
Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, afirmó que temía que se produjera un «desastre» si «Sudán retrocede […] tras décadas de dictadura».
El secretario general de la ONU, António Guterres, condenó el «golpe de Estado militar en Jartum y todas las acciones que puedan poner en riesgo la transición política y la estabilidad de Sudán».
El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, instó a la comunidad internacional a «volver a encarrilar la transición sudanesa».
Desde de la renuncia de Al-Bashir, que está preso, Sudán buscó, con gran esfuerzo, dejar de ser el Estado paria que fue durante el gobierno del exlíder.
El año pasado, el país fue sacado de la lista de Estados Unidos de naciones que patrocinan el «terrorismo», lo que abrió la puerta a los créditos e inversiones extranjeras.
Pero la economía de Sudán se ha visto sacudida fuertemente por varias reformas estructurales exigidas por los organismos internacionales de crédito.
En las últimas semanas, los temores a un golpe de Estado militar se habían multiplicado, y de hecho ya hubo un fallido intento de golpe el mes pasado.
Desde entonces, las tensiones aumentaron, con una creciente grieta entre sectores más conservadores e islamistas que exigían un Gobierno militar y sectores laicos de personas más jóvenes que lideraron la revolución contra Al-Bashir.
En días recientes, ambos bandos habían realizado manifestaciones en Jartum.
En medio de esa crisis, generales habían pedido disolver el Gobierno de transición de Hamdok, y Burhan, que preside el Consejo Soberano, había dicho varias veces que las FFAA solo entregarían el poder a un Gobierno electo, pareciendo descartar cumplir el plan de entregarlo a los civiles en noviembre.
El consejo es la instancia que toma las decisiones más importantes, mientras que Hamdok y su Gobierno de transición se encargaban del manejo cotidiano del país.
Como parte de los esfuerzos para resolver la crisis, el enviado especial de Estados Unidos para el Cuerno de África, Jeffrey Feltman, se reunió el fin de semana con funcionarios sudaneses, y uno de ellos dijo que el emisario de Biden no pudo versecon los generales para pedirles que cumplieran con el plan de transición.
En su pulseada con los líderes civiles, los militares se habían visto envalentonados por el apoyo de poderosas tribus, cuyos miembros bloquearon durante semanas varios puertos sobre el mar Rojo.
Además, los dos máximos jefes militares, Burhan y su vice, el general Mohammed Hamdan Dagalo, tienen estrechos lazos con Egipto, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, algunos de los países árabes más influyentes en la región.
La oficina de Hamdok dijo por Facebook que los militares serían responsables si le pasaba algo, y agregó que su esposa también fue detenida.